Recientemente he leído que, según una encuesta de la Universidad Autónoma de Madrid, «ocho de cada diez profesores rechazan las reválidas de la LOMCE» y que «el 79,6% considera que esta Ley no era necesaria», lo que me ha producido, o no, cierta perplejidad.
Me ha chocado porque, en otras encuestas que, desde hace años, han venido realizando colegios profesionales de la Educación o sindicatos, se llegaba a conclusiones muy distintas, e incluso contrarias: los profesores de enseñanza media se mostraban partidarios de las pruebas externas o reválidas y de cambiar las leyes que nos estaban llevando al fracaso escolar y a la indisciplina (PISA, «ninis», inmadurez, violencia de jóvenes contra padres y profesores, acoso escolar, etc.).
Pero, por otra parte, no me ha chocado porque en el mundo de la Enseñanza abundan las contradicciones; así, por ejemplo, hay muchos profesores que dicen que ellos no tienen problemas (los problemas los tienen los demás), pero están deseando jubilarse. ¡Sorprendente! Tampoco me ha chocado porque ya observé, hace años, que muchos profesores, partidarios de las reválidas y de una mayor exigencia, comenzaron a decir lo contrario cuando se dieron cuenta de que ello podría provocar su desplazamiento a otro instituto producido por la consiguiente disminución del número de grupos del bachillerato.
Sin embargo, a mi modo de ver, el riesgo de tener que cambiar de centro educativo sólo lo correrían los dos primeros cursos de la aplicación de leyes más exigentes, luego sucedería más bien al contrario: los alumnos estudiarían más durante la ESO y, por lo tanto, disminuiría el abandono escolar.
Por otra parte, dados los enormes fallos de las últimas encuestas (las de las elecciones) y los pésimos resultados de ciertos asesoramientos llevados a cabo por algunos profesores de Universidad (los de Venezuela, por ejemplo), me fío más bien poco de la citada encuesta de la Autónoma.
Por cierto, ¿cuántos de los profesores encuestados habrán leído la LOMCE? ¿se habrá tratado de detectar esto en la encuesta?. Lo pregunto porque, por ejemplo, , recuerdo que, en su día, muchos de los profesores que opinaban, incluso con vehemencia, sobre la LOGSE de Maravall o sobre la LOCE de Pilar del Castillo no las habían leído.
¡Sorprendente! También me he quedado perplejo al observar, tras buscar información sobre este asunto con Google, que los periódicos que han difundido los resultados de esta encuesta sean más bien de derechas o amigos del PP.
En cuanto a la necesidad o conveniencia de las pruebas externas ya lo trataré detenidamente en otra carta; en ella mostraré los beneficios que, a mi modo de ver, producirán unas buenas pruebas externas para todos los alumnos, especialmente para los menos dotados intelectual, social o económicamente.
