HISTORIAS DE CASTILCIOSA

La merecida fama de líder galáctico de Puchi Cordobés

El puchitirismo cabalga de victoria en victoria... Toda suya

La merecida fama de líder galáctico de Puchi Cordobés
Fuente de las Hadas (Villaviciosa de Odón). PD

Recuerdo el día en el que conocí a Puchi Cordobés. Fue en una cacería en el exclusivo «La Nava del Barranco», en Ciudad Real, invitado por uno de los hijos del empresario leonés don Chisto Boquerón (propietario de la controvertida finca «La Alcaldada» de Castilciosa). Me acompañaban el marqués del Monreal y la condesa de Fontcuberta. A los tres nos impresionó Puchi desde que descendió del coche oficial.

Su elegante sombrero tirolés, coronado con pluma de gallo, le confería una distinción especialísima. Destacaba como ninguno. Apuestísimo. Caímos rendidos a su encanto. Sobre todo la condesa.

Mató 84 perdices en dos mañanas. Su brindis del domingo a medio día fue inolvidable: «Un cazador puede olvidar abotonarse la bragueta, pero jamás tener lista la escopeta». Imperecedero. Inmarcesible.

Verle luego ejercer la política, su manejo de los resortes de poder, su entrega a los castilciosos, me ha convertido en un privilegiado voyeur de las hazañas del puchitirismo.

Pese a lo que malicia el conde del Rosillo, con ironía fina, Puchi no es un hombre público que por amor a la democracia merezca el consejo de dejar la política para ser solo votante.

Defiendo, sin exageración, que Cordobés es un líder de la talla de Kennedy, De Gaulle o Churchill, por citar algunos de los más grandes del siglo XX.

Además, tiene el carácter justo para mantener prietas las filas entre los suyos.

Fíjense en la merecida bronca que le cayó esta semana a la edil responsable de Urbanismo del equipo de gobierno municipal de Castilciosa. Puchi no podía consentir su deslealtad: «filtrar» el proyecto de la Ciudad de la Salud a la oposición era inaceptable. Le molestó sobremanera.

Por eso, pese al «guante de seda en puño de hierro» que habitualmente gasta, la cita con Mari Ángeles Entrelasguas fue tensa. Y, como narró entre risas Finito Bulto-Aguirroso a Tontón Casablanca y Pedrito Hereu, la concejal salió del despacho del Alcalde «suave como la seda» y «pidiendo disculpas».

Naturalmente, un político tan respetado y cosmopolita como Puchi Cordobés puede ser lo que quiera en la esfera pública. Ha renunciado durante estos años a todo tipo de ofrecimientos. Castilciosa es lo importante.

Me parece grosero desvelar algunos detalles. Los fans de Cordobés cuentan que el mismo Mariano Rajoy confesó hace unos días en petit comité el disgusto que se llevó cuando pidió a Puchi ser senador. Al parecer pensó incluso en él como sustituto de Esperanza Aguirre.

De hecho, Aguirre, cuando se enteró de lo que se fraguaba a sus espaldas, llamó a Cordobés con cajas destempladas: «¡Anda que no te queda todavía mili por hacer para ser senador!».

Cordobés, abrumado con la confianza presidencial, lamentándolo, contestó que los castilciosos eran su única vocación y devoción. No hubo manera de inclinar esa voluntad de hierro.

Puchi Cordobés siguió en su despacho municipal perpetrando jugadas maestras, extendiendo su manto a través de hombres inolvidables como Tontón, Finito y Pedrito.

Florinda Chiquetete, pese a ser mujer tan discreta, certifica a los amigos con quienes merienda en su chalet la veracidad de aquellas intensas horas, con Cordobés a un lado del teléfono y Rajoy al otro, tratando de convencerle. «Fueron días sin tregua. Todos los poderes del partido pendientes de Puchi. Sufrió un horror. Es la carga que llevan a la espalda los grandes nombres de la Historia». ¡Qué espanto!

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