HISTORIAS DE CASTILCIOSA

Nuria a la fuga ha marcado el fin de año

El destino del puchitirismo... sin Puchi Cordobés

Nuria a la fuga ha marcado el fin de año
Nuria a la fuga, en Villaviciosa. VO

El último pleno municipal del año en Castilciosa ha tenido mucha miga de pan para untar. La concejal Nuria Rocosa se dio a la fuga inopinadamente. Su grupo, el de las dos pes, evidenció aún más su inestabilidad. Y perdió una votación clave. Sin que nadie supiese dónde estaba.

Puchi Cordobés, como águila vigilante en lo alto, con la sagacidad y sutileza que le caracteriza, percibió la jugada. Ordenó a Pedrito Hereu desentrañar la extraña ausencia antes de que se votara. Se alzó el cartel de «Se busca» a Nuria. Pero no hubo manera. Pedrito rebuscó, hizo de Paco Lobatón, venteó por el Ayuntamiento… sin olfatear el rastro. Raro, hablando de un husmeador adiestrado a la vera de Puchi.

El portavoz del grupo, Quín Nodo i Una, que había prometido a Cordobés terminar el «año triunfal» del puchitirismo con una sonada victoria, tuvo que saborear la enésima derrota.

El «zorro blanco» de la política de Castilciosa, hundido en su escaño, con el pecho lacerado por la traidora daga, vio cómo Nuria Rocosa, tantas veces desdeñada por él, aguó la fiesta de un solo golpe. Camarero, por favor, póngame otra copa, que es Navidad.

Mientras tanto, los superhombres de Cordobés empiezan 2018 buscando acomodo. El partido de Pilar Renacimiento y Meri Bellmontez les ha dicho hasta luego. Usan como «sherpa» a Tontón Casablanca; una garantía viendo su historial. Finito Bulto-Aguirroso, Pedrito Hereu y Sit Villadecasco corren detrás del explorador.

Tontón, por ahora, ha dejado caer su pañuelo en la entrada de la formación anaranjada. Tiene relaciones con su concejal Enrique Merodeador. Pero la dirección del partido en Madrid, Ignacio Aguado concretamente, no desea ir a elecciones del brazo de «desechos».

Tampoco con quienes no han hecho oposición estos años y han sido «muletilla», además inservible, de Puchi Cordobés. Algo similar ocurre en el partido de la rosa marchita. Aguado, de hecho, ha pedido a un conocido personaje de Castilciosa, amigo de Albert Rivera para más señas, que le dé nombres atractivos para conformar la lista. El «think thank» de Puchi tiene esa puerta cerrada.

He vivido el nuevo año en la ciudad imperial por excelencia, Viena. He disfrutado de la compañía del marqués del Monreal, del conde del Rosillo y de la condesa de Fontcuberta.

En una cafetería de la plaza del Ayuntamiento, escuchando a un grupo tocar en directo el Danubio Azul mientras degustábamos una tarta Sacher, reflexionamos precisamente sobre el puchitirismo sin Puchi Cordobés.

Saber que estábamos sentados donde antes lo hicieron personajes como Sigmund Freud o León Trotsky nos dio perspectiva ante un tema global tan crucial. «El puchitirismo sin Puchi es una entelequia», fue la pesimista conclusión.

Se extingue esa manera de mandar, de sujetar con mano segura el timón del poder. Puchi es insustituible. No tiene parangón. Lamentablemente, su firme frase del último pleno a la implacable concejala verdosa, María de Prietos-Los Machos, resonará inmortal ya sólo para el recuerdo: «Hablar de lo que le parezca oportuno, no. Para lo que yo le doy la palabra».

Se apaga la refinada música retro de los bailes de sociedad de postín de Castilciosa en el chalet de Florinda Chiquetete. Algunos juzgarán a Puchi Cordobés como autárquico. Y se equivocarán.

Porque, Cordobés es Castilciosa. Él es la democracia. Es la guía para que los castilciosos no se tuerzan. Su retiro es abrir la ventana a los aires bárbaros. El diluvio social. ¡Qué espanto!

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