La euforia propicia en ocasiones el papanatismo de algunos políticos capaces de hacer el ridículo
A partir de este 11 de junio y durante un mes, el fútbol será el gran protagonista de este planeta que casualmente tiene forma de pelota.
Arranca el Mundial de Fútbol de Sudáfrica 2010 y 32 selecciones nacionales darán vida a uno de los mayores espectáculos y negocios que se organizan hoy por hoy. La FIFA ya ha hecho públicas las cantidades que repartirá en primas.
Casi 351 millones de euros irán a parar a las federaciones participantes, de los que 25 serán para la Selección que se proclame campeona el 11 de julio. Pero no es oro todo lo que reluce en esta gran fiesta del fútbol, en la que España parte como una de las favoritas.
De entrada preocupa la inseguridad ciudadana en un país con altos niveles de violencia, incluida la racista.
Hay mucha Policía en las calles pero también hay mucha delincuencia en este rincón de África donde la pobreza y las grandes desigualdades sociales marcan su conflictiva historia. Varios periodistas y turistas ya han sido víctimas de atracos con armas de fuego.
Sin embargo, el Gobierno sudafricano se ha limitado a pedir a sus ciudadanos que se comporten y que ejerzan un buen papel como anfitriones del Mundial.
No son pocos los que creen que Sudáfrica no está aún preparada para albergar un acontecimiento de estas características. Dentro de un mes saldremos de dudas.
Por lo que se refiere a la Selección española, las luces y las sombras la han acompañado en su largo viaje a Durban, su sede en la primera fase del Mundial.
Las sombras son por las primas que cobrarán los jugadores -600.000 euros por cabeza-, las más altas de las 32 selecciones participantes, aunque sólo se embolsarán parte o todo, según los resultados.
Tampoco se ha librado de esta polémica, recalentada por los tiempos de crisis y por la envidia, Vicente del Bosque y su sueldo de 1,5 millones de euros. Si bien el seleccionador español ocupa la sexta plaza en el ranking de los técnicos mundialistas mejor pagados.
Hay que recordar que la financiación de la Federación Española de Fútbol proviene de patrocinadores e inversores privados, que pagan un alto caché para subirse al carro de los actuales campeones de Europa.
No sólo las encuestas convierten a España en la favorita, hasta The New York Times publicaba el lunes un artículo comentando los posibles éxitos de la Selección y que éstos podían convertirse en el bálsamo de la difícil situación política que vive Zapatero.
Y acusaba al presidente del Gobierno de actuar como Francisco Franco, que se beneficiaba de los éxitos del Real Madrid, y aprovechar el debut mundialista de España para presentar el mismo día 16 de junio -«casualmente»- el decretazo de la reforma laboral.
El artículo señalaba que ya en la Roma antigua «emperadores y reyes han usado el pan y circo para mantener a la gente entretenida y engañada».
Pero hoy todo es optimismo.
La euforia que despierta la selección en casi todo el territorio nacional tiene de positivo ver a un país como España, más aficionado a dividir que a sumar, unirse y vibrar por un mismo objetivo.
Sin embargo, esta misma euforia propicia en ocasiones el papanatismo de algunos políticos capaces de hacer el ridículo posando con bufandas y camisetas, pero sin quitarse el traje y la corbata, y por supuesto sin unirse realmente por España.
A pesar de todo, lo importante, al menos para los que les guste el fútbol, es que a partir de hoy podrán ver 64 emocionantes partidos en un mes; y que España llega por una vez en la vida mereciendo de verdad la etiqueta de favorita para alzar la XIX Copa del Mundo.
Como dijo el mítico entrenador del Liverpool, William Shankly:
«Mucha gente piensa que el fútbol es un juego a vida o muerte, pero es mucho más importante que eso».