El referéndum escocés caerá como un jarro de agua fría sobre los planes de la Generalitat

Cataluña y Escocia: Las pesadillas ‘diplomáticas’ de Artur Mas

Alemania, Francia y Escocia son ahora las tres pesadillas del independentismo catalán, según las propias fuentes de la Generalitat. La llegada, dentro de unos días, de la canciller Angela Merkel a Santiago de Compostela comportará, esperan unos y temen otros, alguna nueva declaración de apoyo al Gobierno de Mariano Rajoy en sus posiciones contra el referéndum del 9 de noviembre.

Según la diplomacia española, el Gobierno alemán está «fuertemente implicado» en evitar procesos independentistas en Europa, e impulsará acciones en este sentido en el seno de la Unión Europea.

La segunda pesadilla ‘internacional’ -nacionales tiene algunas otras- para Artur Mas se llama Escocia. Los sondeos que han llegado hasta la Generalitat, y que manejan los propios independentistas de Salmond, son descorazonadores para los secesionistas; de acuerdo con el último de ellos, los votos favorables al proceso independentista no llegarían siquiera al 40 por ciento.

El ‘contagio escocés’, por mucho que ahora se pretenda distanciar una cosa y otra, diciendo que tienen poco que ver, caerá como un jarro de agua fría sobre los planes de la Generalitat. 

Y está, por fin, el ‘vecino francés’. Tanto François Hollande como, especialmente, su primer ministro, Manuel Valls, son enemigos radicales del proceso que se ha abierto por parte de los responsables políticos catalanes. Valls ha hecho ya algunas declaraciones inequívocas, que ni siquiera se refugian en la ‘no injerencia en asuntos internos de otro país’, que muestran su posición hostil al independentismo catalán. Y los responsables de la Generalitat saben perfectamente que este tipo de declaraciones se repetirá más pronto que tarde.

De acuerdo con algunas impresiones que he podido recoger en medios diplomáticos, también el Gobierno francés intentará promover algún programa contra movimientos independentistas en Europa en el seno de la UE, cuyo máximo responsable actual, Jean Claude Juncker, tampoco pasa, precisamente, por ser un líder del secesionismo en parte alguna del Viejo Continente.

En Barcelona se admite ya abiertamente el fracaso rotundo de la ‘diplocat’, esa peculiar diplomacia puesta en marcha por Artur Mas -en realidad, la idea original fue, creo, de Pasqual Maragall, pero Mas ha invertido ingentes cantidades de dinero y mucho esfuerzo en la iniciativa-.

Las embajadas contactadas en Madrid han hecho hincapié en la necesidad de respetar la legalidad española, y ninguna de las cancillerías ‘de peso’ ha comprometido su apoyo a los planes de la Generalitat. 

Es más: tanto París como Berlín, y no digamos ya Bruselas, que no quiere ni imaginar una repetición de lo que ocurre en Bélgica, han sugerido que verían con buenos ojos una marcha atrás con respecto a la consulta, prevista para el próximo 9 de noviembre, que Mas comprometió en una carta a los primeros ministros europeos: nadie, en Europa, iba a reprochar al president de la Generalitat que olvidase el referéndum, aunque Mas, desoyendo estas evidencias, insiste en poner en marcha, ya desde los primeros días de septiembre, un calendario para esa consulta.

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