Antonio Lucas titula en El Mundo ‘Gestión de residuos’ su columna de este 23 de septiembre de 2014 y que arranca así:
Lo malo de la manía persecutoria es que quien la sufre acaba teniendo razón. En los altos despachos andan desconcertados. El sismógrafo de los barrios está dando síntomas de terremoto. Aquellas dos generaciones acojonadas para las que había un infalible plan quinquenal de pobreza a plazo fijo se encontraron en las plazas buscando el quinqué de un líder nuevo. Las televisiones hicieron el resto. De esa combustión de ninis, jubilatas y universitarios nació el discurso de Podemos, guardería releída de la izquierda: de Pablo Iglesias a Errejón, con Monedero en el papel de Camilo Cienfuegos.
Continúa:
La vieja política de frases huecas, indultos bajo cuerda y monedas robadas ha incubado a Podemos. Ellos generaron la mierda y son ahora los nuevos arremangados quienes convencen en las tertulias con bendiciones laicas. Vienen a trabajar en la gestión de los residuos que la casta ha generado.
Sigue:
Los de Iglesias se presentan como la última reserva limpia de este triste trópico de corruptos y exculpados. Sellarán las alianzas como quieran. Madrid es su capital de la gloria y cuentan con un gallo sin corral dispuesto a presidir, altivo y furioso, tanta pobreza. (En España hay quienes para ser pobres tienen que ahorrar). No sé si son la solución, pero van a ser el relevo. Le hablan de cara a la gente, apasionados pero no escolásticos. Entienden el bipartidismo como un Titanic.
Finaliza:
No van de partido político, sino de manta de madre y bozal contra los chacales de Las Cortes. Con el PSOE arrasado e IU varada en el siglo anterior, Podemos no necesita más favor que el de tantos a quienes los otros traicionaron. Saben que van a por ellos, pero actúan como si conociesen este verso de Bukowski: «Resistir sólo tiene sentido/ si sales ganando». Y eso podría suceder.
