Este 20 de octubre de 2014 escribe Almudena Grandes en El País una columna titulada ‘Esfinge‘ que arranca diciendo:
Es la auténtica protagonista del cuento de Oscar Wilde, aunque el lector sólo la conozca a través de la descripción de su enamorado. La dama velada y misteriosa que aparentaba esconder un terrible secreto era sólo una mujer fantasiosa que alquilaba una habitación para leer a solas por las tardes.
Y añade que.
Pero debo confesar que, a diferencia de lo que le sucede a Murchison, la constatación de que el ‘president’ no es más que una esfinge sin secreto, no me ha desalentado. Al contrario, ahora me subyuga aún más que antes..
Y concluye que:
Frente a él, Rajoy ha jugado un papel mucho más vulgar, más castizo también. Subido en un taburete, pintado de blanco, se limita a estarse quieto mientras espera a que el toro no le embista. Don Tancredo da ejemplo a su ministra de Sanidad, pero en la ficción no alcanzará jamás la patética grandeza de su oponente. En la realidad, eso sí, es difícil escoger entre dos personajes tan nefastos.