El líder de ERC no llora por la alta tasa de paro que hay en Cataluña

Oriol ‘Lloreras’ o el político entre sollozos

Ver a un político emocionarse hasta el punto de llorar en público no es algo normal. La penúltima vez que lo recuerdo fue cuando Isabel Tocino, ministra con Aznar, tuvo que dejar el cargo y en el protocolario acto de entregar la cartera a su sucesor, rompió a llorar no se sabe muy bien por qué.

Por eso, cuando hace unos días se pudo ver al verdadero líder del independentismo catalán, Oriol Junqueras, suplicar entre sollozos a Artur Mas que mantenga el referéndum el 9-N para no retrasar más la independencia de Cataluña, me entró una pizca de duda acerca de la sinceridad de ese llanto.

En el fondo, Junqueras está encantado con el suicido político al que Mas ha llevado a CiU y cuyo principal beneficiario va a ser precisamente ERC. Todas las encuestas conocidas dan al partido de Junqueras como claro vencedor en unas elecciones autonómicas, mientras que el hundimiento de CiU es sencillamente espectacular.

Algo que esos militantes y votantes supuestamente moderados de CIU tendrán que agradecer eternamente al de momento presidente de la Generalitat. Son esas expectativas electorales de ERC las que me hacen dudar de la sinceridad del llanto de Junqueras.

Mas bien me parecieron lágrimas de emoción ante la posibilidad cercana de verse como próximo presidente de una supuesta República de Cataluña.

Por lo que no parece que lloren Junqueras, ni Mas, ni Pujol, ni ninguno de los irresponsables políticos que han situado a la sociedad catalana al borde del abismo es por los problemas cotidianos de sus conciudadanos.

No lloran por la alta tasa de paro que hay en Cataluña, por los muertos que ha habido por una plaga de legionella, por la mala calidad de algunos servicios públicos. No, por eso no lloran.

Para ellos lo único importante es conseguir la independencia, eso sí, ocultando a la gente las consecuencias negativas que tendría la misma en el día a día.

Los nacionalistas son unos expertos en explotar los sentimientos de la gente, porque en el fondo, el nacionalismo es eso, puro sentimentalismo: que si la bandera, que si los símbolos, que si el himno.

Toda la campaña independentista liderada durante los dos últimos años por Mas con el apoyo de Junqueras ha consistido en decir «España nos roba» y «no nos dejan votar».

Lo primero ha quedado desmentido por los hechos: parece ser que el que robaba en Cataluña era el «clan» Pujol, y respecto a lo segundo, los catalanes han podido votar al menos en diez elecciones generales, otras tantas autonómicas y municipales y en seis elecciones europeas. Se han pasado toda la vida votando. Por eso, las lágrimas de Junqueras más me parecieron de «cocodrilo» que de otra cosa.

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