Este 23 de octubre de 2014, escribe Esther Vivas en Público una columna titulada ‘El lado amargo de las golosinas fiesta’ en la que arranca diciendo:
Los chupa chups kojaks, las piruletas de corazón, las gominolas de mora, los pica pica Fresquitos, los lolipop… acompañaron a muchos de mi generación de pequeños al salir de clase, yo en cambio me quedé con los sugus y los palotes.
Añade que:
Desde hace cuatro años ya no trabajan en la empresa, esta les echó, negándose a servirles más producto para su venta, después de más de veinte trabajando para ellos como autónomos, siendo falsos empleados de la firma: ni indemnizaciones, ni subsidio por desempleo, ni prejubilación, ni compensación alguna, de un día para el otro de “patitas en la calle”, mi padre con 61 años y mi madre con 58.
Y concluye que:
De momento, ya han aceptado una reducción de 16 puestos de trabajo, una rebaja del 9% del complemento salarial, la desaparición del transporte colectivo y la reducción a 15 minutos del tiempo para comer. El chantaje de la crisis golpea de nuevo. No es dulce todo lo que parece. Sin duda alguna, este es su lado más amargo.