Este 17 de diciembre de 2014, escribe Emilio Campmany en Libertad Digital una columna titulada ‘Lo que va de un leal a un pelota’ en la que arranca diciendo:
Cada virtud conlleva dos defectos. El que se corresponde con el comportamiento opuesto y el que es fruto del exceso.
Añade que:
En política, lo que se premia no es la lealtad. Es la obediencia ciega, defender lo indefendible, justificar cualquier cosa que haga o diga el jefe, avalar sus cambios de opinión, prescindir de todo sentido crítico. Hemos tenido la prueba con el último trajín de cargos en el PP.
Y concluye que:
El nombramiento de Rafael Hernando no puede tener otra justificación que la vehemencia, muchas veces airada, con la que el nuevo portavoz ha defendido el inaceptable incumplimiento sistemático del programa con el que él, junto a Rajoy, concurrió a las elecciones y ganó el escaño.