Este 30 de enero de 2015, escribe Kiko Méndez Monasterio en La Gaceta una columna titulada ‘Melancolía de biblioteca’ en la que arranca diciendo:
Hay días y días. A veces, sólo con observar los libros amontonados en la habitación, te asaltan pensamientos lúgubres, premoniciones sombrías, sensaciones melancólicas que se adhieren al alma como hojas secas y embarradas a la suela de un zapato: que todo lo bueno se acaba, dicen estos presentimientos, que cualquier esfuerzo es inútil.
Añade que:
En realidad, añorar el pasado es sólo una pose perezosa, con buena acogida literaria gracias a los versos de Jorge Manrique y a ciertos mecanismos psicológicos que publicitan lo mejor de nuestros recuerdos. O sea, que además de la histórica, nuestra memoria particular también nos miente.
Y concluye que:
Nada resiste el paso del tiempo, también nosotros somos polvo y en polvo hemos de convertirnos. Porque en estos días hasta las jaculatorias pueden transformarse en mecanismos de desesperación o de tristeza.