Este 6 de marzo de 2015, escribe Isaac Rosa en El Diario una campaña titulada ‘Hierven las cloacas’ en la que arranca diciendo:
Cuando llueve con fuerza, cuando se desborda el río, entran en ebullición las cloacas. Estallan los sumideros y empieza a salir mierda al exterior, toda esa mierda que habitualmente circula bajo tierra, canalizada, pero que una repentina subida de las aguas empuja al exterior.
Añade que:
Echemos la vista atrás. En la corta democracia española, todos los cambios de ciclo político han sido traumáticos, han llegado entre fuertes sacudidas y acompañados de ese burbujeo de las cloacas del Estado. Sabemos cómo fue la Transición en la superficie, pero conocemos poco del fuerte oleaje que hubo en las alcantarillas.
Y concluye que:
Pero el verdadero problema de la cloaca es otro: que cuando pasa la crecida del río, cuando las aguas vuelven a su cauce, la mierda sigue circulando bajo tierra y nos olvidamos de ella hasta la próxima sacudida. El hedor de la cloaca debería ser un aviso para quienes se plantean ganar elecciones: qué harás con esos ríos de porquería incontrolables, con ese país subterráneo que nadie ha querido desactivar hasta hoy.