Este 27 de marzo de 2015 escribe Ramón Lobo en infoLibre una columna titulada ‘Todos somos Farkhunda’ en la que arranca diciendo:
Quizá no les suene el nombre: Farkhunda. Tenía 27 años y era afgana. Murió la semana pasada a manos de una turba de hombres que la apalearon y quemaron viva en las calles de Kabul; después, arrojaron su cuerpo al río que toma el nombre de la ciudad, ¿o es al revés?
Añade que:
Cuando mataron a Farkhunda, otras mujeres, decenas que ya son miles, salieron a las calles del Kabul supuestamente liberado de la nada para protestar. Primero portaron a hombros el féretro de la asesinada, un desafío a la sociedad machista y patriarcal en la que las mujeres son invisibles, se esconden en burkas, viven en silencio y resignación y no salen a la calle solas, y mucho menos portan féretros de otras mujeres asesinadas por un grupo de cobardes.
Y concluye que:
No tenemos que buscar demasiado lejos, sucede a nuestro lado, aquí en España y en otros países occidentales, y tal vez nuestra reacción como sociedad, como poder político, como Gobierno, no sea más ejemplar que la afgana, sobre todo si tenemos en cuenta los instrumentos de los que disponemos.