Este 1 de abril de 2015, escribe David Gistau en ABC una columna titulada ‘Este año sí’ en la que arranca diciendo:
Ahora cuesta creerlo pero, antes de la llegada de Cruyff y de la fundación del Dream Team, el Barcelona era un equipo fatalista, capaz de perder contra el Steaua su primera Copa de Europa y de entrar sin ninguna en la década de los noventa. En aquella época, la grada se sentía identificada con un lema de club habituado al gatillazo que ahora está erradicado: «Este año sí».
Añade que:
Extirpado del FCB por el cambio de identidad obrado por Cruyff, el espíritu del «Este año sí» caracteriza ahora la eterna oscilación entre mesianismo y gatillazo que son el señor Mas y su cita con el destino. Compro el periódico y me encuentro en portada con Mas y Junqueras durante otra trascendental convocatoria de la independencia en la que la Inoxcrom ha sido sustituida por un simple apretón de manos que reduce a sólo dos personajes la imagen coral de la vez anterior.
Y concluye que:
Lo que comprendo menos es el automatismo por el que basta con que Mas diga «Este año sí» para que los periodistas en general mordamos también el anzuelo y nos resignemos, otra vez, a vivir cautivos de Mas y su monotema, a no hablar de otra cosa en las radios y en los artículos, a incorporar la palabra Cataluña a no menos del 85% de las frases pronunciadas cada día, incluidas las dirigidas al vecino con el que coincidimos en el ascensor. Conmigo que no cuenten. Este año no juego.