Este 21 de abril de 2015, escribe Javier Benegas en Vozpópuli una columna titulada ‘Lo que va de Rato a Dinamarca’ en la que arranca diciendo:
Decía Elliott que los movimientos de protesta suelen surgir en la nación política cuando la distancia entre la imagen idealizada de la «comunidad» y la realidad aumenta hasta lo intolerable. Y que cuando tal cosa ha sucedido en la Europa moderna, han sido los movimientos de protesta desde arriba, y no los movimientos populares, los que han provocado la «mutación en el Estado».
Añade que:
La imagen que los españoles proyectamos hoy es tan compleja, tan caótica y difusa, tan llena de aristas y recovecos, que ni poniéndonos frente a un espejo somos capaces de reconocernos. Ante esta falta de identidad, es lógico que busquemos modelos en los que inspirarnos. Así, se comprende que de un tiempo a esta parte las referencias a Dinamarca sean una constante.
Y concluye que:
Porque, en contra del pensamiento dominante, un puñado de convenciones correctas valen mucho más que la mejor educación posible. De hecho, como señaló Paul Johnson, la Alemania de la década de 1930 era la nación mejor educada del mundo y, sin embargo, alumbró el nazismo.