Este 21 de abril de 2015, escribe Juan Carlos Escudier en Público una columna titulada ‘Morir a lo bestia’ en la que arranca diciendo:
Europa, ese gran territorio que se proclama impulsor de los derechos inviolables e inalienables de la persona, de la libertad, la igualdad, la democracia y el Estado de Derecho, se ha conmovido mucho por el naufragio en aguas de Sicilia de un pesquero en el que se hacinaban más de 700 seres humanos, posiblemente 1.000, que a estas horas están sirviendo de alimento a los peces del Mediterráneo.
Añade que:
Y lo que pasa en Libia es que sigue a tiros cuatro años después; que hay dos gobiernos, uno con sede en Tobruk, reconocido por los países occidentales con intereses petrolíferos en la zona y apoyado militarmente por Egipto y los Emiratos árabes, y otro en Trípoli, promocionado por Turquía y Arabia Saudí, bajo el que se agrupan milicianos que combatieron a Gadafi y grupos ligados a Al Qaeda; y que en las conversaciones de paz auspiciadas por la ONU y de su enviado especial, Bernardino León, se ha conversado poco y se ha pacificado menos.
Y concluye que:
A Europa se le abren la carnes por los que no llegan a la otra orilla, sobre todo si lo hacen en número suficiente como para salir en los telediarios, y más aún por los que llegan ya que, además de salir en los telediarios, tienen la fea costumbre de comer a diario, por no hablar de lo difícil que resulta repatriarlos. Esa sí que es una tragedia.