Este 5 de mayo de 2015, escribe Pablo Planas en Libertad Digital una columna titulada ‘El cuñadísimo de Mas’ en la que arranca diciendo:
La experiencia demuestra que cuanto más grita un nacionalista, más tiene que esconder y más debería callar. Los golpes en los pectorales de Pujol en sus tiempos de bancos y honra eran de gorila alfa, pero no en pos de una penca de bananas sino para dar el queo al clan y levantar al pueblo en guadañas.
Añade que:
Mas está tan encrespado y genera tanta crispación que no parece un presidente autonómico sino el mariscal Grouchy a punto de meter la pata en Waterloo. No lee discursos. Pronuncia arengas cuarteleras que dejan a Maduro como un tiranillo de medio pelo. Y por lo demás le importa un bledo la fuga masiva de empresas. Seguro que alguien se está forrando con ello.
Y concluye que:
En cualquier caso, Rakosnik es lo que se llama un cuñata, el típico conseguidor de gangas, el que sabe dónde sirven las mejores gambas y la contraseña de la informática a la catalana, un negocio redondo con derivaciones en los ciberespacios fiscales.