La ventana discreta

En defensa de Wert

En defensa de Wert
Wert EFE

Como el PP ha cambiado de portavocías y de comunicación (?), pues nadie -salvo lo protocolario- ha despedido a Ignacio Wert tras su paso por el Ministerio de Educación y Ciencia. Su partido, no creo que estuviera afiliado, le ha mandado con viento fresco pensando en las elecciones generales, sálvese el que pueda.

Conozco a Wert desde las Cortes de la Transición, pues no en balde he estado casi 40 años como responsable de la información parlamentaria de TVE. En aquellos años ucedeos, era más socialdemócrata que centrista. Siempre mantuve con él una buena relación pues la vida se basa en la máxima de que el que manda, manda, en ese caso servidor, aun a sabiendas de que un político de la policlínica te puede tirar por la borda como un activista del motín del Caine. Desde entonces, no he mantenido relación alguna con el hoy ex ministro. Ni con García Margallo, ni con Rafael Hernando ni con Arenas, quien tenía como niña de sus ojos a Ana Mato, ¿verdad, Javier? Mas me desvío.

Wert quiso devolver a las actuales generaciones el bachillerato positivo de nuestras vidas, quiero decir de mis coetáneos, irrepetibles, franquismo a muerte, ojalá, etc. Estaban los colegios religiosos, que nos enseñaron a muerte. Se estudiaba, también en institutos, el bachillerato elemental (la palabra lo dice, compaginación de ciencias y letras) y, si superabas la reválida, pasabas al superior: Ciencias o Letras, a elegir. Yo incliné por éstas porque las matemáticas y la química no me entraban y el hermano Alonso me daba de mandobles cuando me sacaba al encerado y me rilaban las piernas, y eso que el colegio Santa Ana era regido por menesianos, de la Instrucción Cristiana en la zona de madrileña de Reina Victoria. De modo que hube de salir de él -no tenían este 2º grado en Humanidades-, me fui a un centro laico llamado Ateneo. Hasta superar el preuniversitario, que ríase usted de la selectividad de hoy día, para adentrarme en la carrera de Periodismo.

Tras esta plasta, quiero proclamar y proclamo, sin ninguna solemnidad, que desde hace unas décadas en España se instaló la enseñanza del mínimo esfuerzo. Los suspensos han estado edulcorados con eufemismos, con capulleces, al niño no se le dice, no se toca. Lo banal ha priorizado sobre el recto entendimiento y el esfuerzo. Me quedo con dos sentencias: la de Bernard Shaw, que decía «si se enseña algo a un hombre, jamás lo aprenderá», y con Leonardo da Vinci: «pobre del estudiante que no aventaje a su maestro».

El art. 27. 1 de la Constitución, uno de los más polémicos de la Carta Magna, quedó en «se reconoce la libertad de enseñanza», aun cuando UCD proponía garantizar por reconocer. Después ya vino el desmadre padre con la transferencia en esta materia a las CC. AA. Puro cachondeo. Y cada región hizo uso de la ley según sus intereses «nacionales». José Ignacio Wert trató de recomponer la situación y poner la lengua y la historia en su justo medio. Harto imposible. Salieron las batas blancas, las verdes, las azules e incluso la sábana santa. El ex ministro fue ultrajado, muerto y sepultado, con el PSOE al frente de la manifestación. Y hoy, como digo, el Gobierno y el PP le han mandado con viento fresco en estos primeros días tórridos del verano.

Los objetivos de los destructores de España, de lo que queda, mantienen sus objetivos. Y no se achantan. Los que hemos tenido el lujo de estudiar y competir mediante el esfuerzo nos entristecemos. Pedro Sánchez, en un alarde desfachatez y cara dura, dijo que Franco había arruinado a sus padres, quienes, sin embargo, le dieron dos carreras. Morro. Menos la de modelo de El Corte Inglés.

– ¿Y usted, además de docente, fue enseñante?
– Sí. En el CEU, en 5º de Periodismo, de matrículas altísimas en tasas.
– Por cierto, que un día pregunté a la clase que si sabían quién fue Azaña.
– Sí -me contestó un alumno de la primera fila-, el abuelo de Aznar.
Y concluí repreguntando:
– Azaña, ¿con hache o sin hache…?
Silencio de ortografía.

NOTA.- En la Constitución, por exigencias soberanistas, la enseñanza fue transferida a las autonomías para tergiversar la Historia y adaptarla a la falsa secularizad de la aldea.

– En el Ceu: Aznar…

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