Fernando Jauregui

Un Govern de concentración contra la secesión.

Lo que ha hecho Artur Mas, con su lista única, es una especie de gobierno de concentración a favor de la independencia. Porque de esa lista, si gana las elecciones con la holgura suficiente, tendrá que salir el Govern que gestione el imposible camino de la secesión. O la negociación posterior al 27 de septiembre, consista en lo que consista. Y en ese ‘Govern Mas’ habrían de integrarse desde personas muy conservadoras a gentes muy radicalizadas en la izquierda. Lo que me preocupa es que en el otro lado, en el de los antisecesionistas, sigan primando criterios de partido, y hasta individualistas, incapaces de contrarrestar la ‘lista plebiscitaria’ que armó Mas. A trancas y barrancas, de acuerdo; pero la armó.

Y del lado de acá nada se ha armado. Escucho entrevistas a Iceta, a Albiol, a Arrimadas, a las gentes de Unió, y me da la impresión de que cada uno de ellos ofrece ‘sus’ soluciones -o su falta de ellas- para superar un conflicto que estallará exactamente dentro de un mes. Ocurre que unos hablan de reforma constitucional y otros, que en principio parecían admitirla, ahora -increíble falta de estrategia– la rechazan; unos hablan desde la derecha, ahora radicalizada en el Partido Popular, y otros desde una izquierda extremada, en la que se aglutina Podemos, que ignoramos si aceptaría o no la independencia, aunque por el momento no se proclama independentista.

Creo que Cataluña necesita no el Govern de concentración separatista mezcla de burgueses y sincorbatistas de Esquerra; no la combinación de opusdeístas y monjascojoneras; de ninguna manera el ‘totum revolutum’ de ex comunistas y conservadores que va a ofrecer, si gana su lista ‘transversal’, el nuevo-viejo president de la Generalitat Artur Mas. Sí pienso, en cambio, que a la Comunidad Autónoma catalana le vendría muy bien un gobierno de salvación integrado por los personajes que encabezan o respaldan las distintas listas que van contra la independencia.

Un Govern de ‘notables’ compuesto por gentes como por el socialista Iceta, el nacionalista Duran i Lleida, el convergente ‘crítico’ -que ya va siendo hora de que salga a la luz- Miquel Roca, el comunista Joan Herrera (o Coscubiela, igualmente válido), y la ‘ciudadana’ Arrimadas -una lástima que Albert Rivera no se decantase por la opción electoral catalana, en lugar de la nacional–, apoyado por el PP ahora comandado por Albiol, estaría muy capacitado para formar un frente que estaría dedicado apenas, en una Legislatura abreviada, a solucionar el problema constitucional e institucional que ha creado Mas. Mucho nombre con gran peso político para un Govern, no etiquetable más allá de su oposición al independentismo, que tendría que negociar un pacto salvador de muebles e integridad del territorio de España con los independentistas, por un lado, y con el Gobierno central y las instituciones, por otro.

¿Hablo de una utopía? Probablemente. Porque, claro está, para llegar a ese Gobierno de salvación catalán sería preciso -solamente y nada menos– un enorme acuerdo político entre fuerzas que ahora se dedican a tirarse los trastos a la cabeza, como si esta ‘tomatina’ verbal, en la que se basa el comportamiento clásico de nuestros partidos, pudiesen, pudiésemos, permitírnosla, cuando las aguas han llegado al nivel al que han llegado. Pues eso: que falta un mes para el principio del fin y las propuestas de calado, las iniciativas generosas que harían reflexionar a la sociedad catalana sobre la existencia efectiva de alternativas al mero choque de trenes, siguen sin llegar. Ni llegarán, probablemente…

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