Alfonso Rojo

En este país llamado España al que tanto queremos, el sentido común brilla por su ausencia

En este país llamado España al que tanto queremos, el sentido común brilla por su ausencia
Alfonso Rojo. 13TV

Escribe Alfonso Rojo una columna este 4 de octubre de 2015 en ‘La Razón’ que titula ‘Crimen y Castigo‘ y donde comienza así:

«No se si es pasmo o consternación, pero además me indigna comprobar una vez más que en este país al que tanto queremos, el sentido común brilla por su ausencia».

Y explica Alfonso Rojo:

«Han pasado tres días desde que saltó la noticia, pero todos tenemos vívidamente grabada en la retina la cara angelical de Eva Blanco.

A Eva la cosieron a puñaladas el 20 de abril de 1997. Tenía 17 años y estudiaba primero de BUP. Regresaba a casa desde una discoteca de Algete, un pueblo de Madrid, cuando se la vio por última vez.

Encontraron el cuerpo en un descampado al día siguiente y la autopsia reveló que había sido violada.

No había pistas ni testigos y el caso se evaporó de periódicos y noticieros de radio y televisión. Parecía irresoluble pero la Guardia Civil siguió trabajando en silencio, atando cabos, y la tarde del pasado jueves, 18 años después, capturó al asesino.

El tipo, un español de origen marroquí, vivía en Francia, ajeno a la red que los agentes tejían a su alrededor».

Continua Rojo:

«Produce admiración la paciente y concienzuda labor de la Guardia Civil pero lo que me ha dejado de piedra ha sido escuchar que faltaban menos de dos años para que el crimen prescribiera y el facineroso se fuera de rositas.

En nuestro Código Penal, que tanto énfasis pone en la reinserción del delincuente, la responsabilidad criminal se extingue por diversos motivos, que pueden ir desde el fallecimiento del reo al cumplimiento de la pena, pasando por el indulto.

Y vivimos en una sociedad, donde los creadores de opinión repiten que figuras como la prescripción nos honran y demuestran la grandeza del sistema, porque la gente cambia con el correr de los años y hay que ser generosos.

Es evidente que quien no tiene oportunidad de ‘cambiar’ es la víctima acuchillada en la espalda y me pregunto si es de recibo premiar al malvado, cuando además de asesinar es suficientemente hábil como para ocultar su fechoría durante 20 años».

Y concluye:

«En España, si violas a tu vecina, la estrangulas, emparedas el cadáver entre la cocina y la despensa y tapas el ‘pastel’ a lo largo de dos décadas, podrías ir muy repeinado a una cadena de televisión a hacer caja relatando con detalle la tropelía o de firmar un contrato en exclusiva con una editorial para escribir un libro de memorias.

Pero si tienes en el extranjero, en una cuenta secreta el dinero negro que te pasó de matute tu abuelo, eso no prescribe nunca. Como lo oyen».

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