Santiago López Castillo

Ladran porque tienen boca

Ladran porque tienen boca
Santiago López Castillo. PD

Son los cantamañanas, canta tardes y canta noches, sálvese el que pueda. Lo mismo hablan del universo que del infierno; de las vacas locas que del paludismo o del ébola; de los transgénicos o del fumé oi del cordero a las finas hierbas. Lo último, como el hipo, ha sido la repetitiva estrategia de la guerra, no a la guerra, muerte al infiel, Alá es grande, como un campo ensangrentado, los musulmanes no se tocan, nene.

Y entonces añoro a Oriana Fallaci, mi amiga la gorda, con quien nos reuníamos el añorado Pedro Rodríguez y un servidor para después escribir un libro histórico, «Enrabia», que Europa sería árabe, vuelta al Al Andalus, y la mezquita de Córdoba volvería a ser mora de la morería y las naciones del viejo continente, plagadas de velos y de tripas voluminosas de las que saldrán criaturas con las que os echaremos de vuestras tierras, Alá es grande. Y Francia, concretamente, se ha desgañitado cantando la marsellesa con paso marcial mientras la jauría hispana de izquierdas bramaba sus frases predilectas: ¡no a la guerra! Y ¡fachas de mierda!

Resultaba admirable, cuanto menos, «debatir» a los cantamañanas, canta tardes y un canta noches las estrategias de una guerra, con burka y sin burka, con kalasmokof o sin él, con cuchillo de pescuezo o enjaulados como monos. Para tapara sus vergüenzas o incultura militar, los contertulios llevaban a un militar en la reserva, con muchos grados y arqueando las cejas ante tamañas burradas de los cocinillas tanto de las luchas convencionales como de las de la auto-inmolación. Y El País, azuzando a Rajoy después de que el rotativo de Prisa se pasara la vida con el pacifismo, y, con el terrorismo sacudiendo las entrañas francesas, pidiendo al presidente del Gobierno español que se mojara; que sacara los máuser y la liara como el 11-M de 2004 provocando un auténtico golpe de Estado. Petición a la que se sumó el egocéntrico Pedro Sánchez, un tipo poco de fiar siempre pensando en sí mismo.

Dicen que el periodista, volviendo al enunciado de este comentario, es un ser que sabe de todo y no sabe de nada. Me apunto. Tanto por la ignorancia como por la aseveración fruto del análisis profesional. No hay vergüenza ajena: se carece del sentido del ridículo y de falta de respeto al público. El caso es ir de un plató a otro, a por la guita, a lucir palmito. No me extraña que los telespectadores de la cosa pública se vayan al marujoneo, que son tal para cual y la chacha de la Campos acoja en su faltriquera a la cutrez política del Coleta, pongamos por caso. Es decir, el dúo dinámico de los emergentes: el Niño de la Bola, Albert Riera, y Pablo Iglesias, el pro chavista-comunista, sin contar con esa patulea de cutres en la que se integran el Chiki, la Colau y Carmen Carmena, la alcaldesa puñetas.

¡Viva la Pepa! No la Constitución, a la que quieren reformar sin cumplirla, sino la exclamación de que algo huele a cachondeo aunque pongan cara circunspecta.
Éste, que está apunto de gritar el Grito de Munch, su seguro servidor.

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