Laureano Benítez Grande-Caballero

La conspiración de los «Sorizos»

La conspiración de los «Sorizos»
Laureano Benítez Grande-Caballero. PD

Dentro de la fauna política se da la paradoja de que hay una especie con una amplia representación, pero que sin embargo suele pasar desapercibida. Se trata de la especie de los «sorizos». Si, han entendido bien, aunque el nombre de estos ejemplares políticos pueda confundirse con el de «chorizos» que se atribuye a los corruptos de toda la vida.

No es de extrañar, en un país adehesado donde pastorean cerdos en cantidad, lo cual produce inevitablemente corruptos de pata negra choricera, que forman parte del folklore nacional igual que los toreros -todavía- o los flamencos.

Pero a lo que vamos: ¿qué es un «sorizo»? Pues ese nombre se adjudica a aquellos políticos que son títeres y marionetas de las élites globalistas que conspiran por el nuevo orden mundial (NOM), que han sido puestos ahí para que hagan de correa de transmisión de las élites plutocráticas que manejan el cotarro del mundo, para que sean la voz de su amo, simples muñecos de ventrílocuo.

El nombre de «sorizo» proviene del hecho de que el gran mecenas de estos políticos, su «boss», el gran padrino de esta mafia oligopólica internacional que maneja gobiernos a su antojo es el megaultraconspirador Soros, de nombre George.

Los «sorizos» pertenecen, pues, a la especie de los corruptos, pero el silencio mediático sobre ellos -normal, pues son ellos quienes controlan los medios de comunicación- los hace prácticamente invisibles, y eso que suelen ser altos cargos de los gobiernos presuntamente democráticos.

Normal: su corrupción consiste en que han conseguido sus privilegios y prebendas con la condición de que su actividad política siga fielmente los dictados de las élites financieras internacionales, especialmente las del Club Bilderberg. Pero eso no quiere decir, por supuesto, que no formen parte también del club del guante blanco, más o menos choricero.

Lo más asombroso de los sorizos es que no han surgido ahora, sino que infectan los hábitats políticos desde hace bastante tiempo, y en los países más punteros del mundo, a pesar de lo cual nadie repara en ellos. Como dijo Arthur Schnitzler, «La conspiración de los pueblos contra los poderosos es un hecho ocasional; lo normal en el mundo es la conspiración de los poderosos contra los pueblos».

Estas conspiraciones se disfrazan frecuentemente de «revoluciones». No hay que ser un experto en geopolítica para atribuir al «soriceo» todas las revoluciones que en el mundo han sido desde mediados de los 80, siempre con un marcado cariz anticomunista y prooccidental- capitalista, empezando por el desguace de la antigua Yugoslavia, pasando por las «revoluciones naranjas» que alejaron definitivamente del socialismo a los países del Este integrados en la antigua URSS, incluyendo a la «primavera árabe», y, ahora, a esta «primavera de izquierdas» que infecta los países sureños de la UE: Grecia, Portugal y España.

En cuanto a Grecia, es ya un secreto a voces que SYRIZA, el partido de izquierda radical (¡?) hermanado con Podemos ha sido apoyado -creado, según parece- por Soros, aunque en apariencia sea una coalición de partidos trotskistas, maoístas, eurocomunistas, ex comunistas y socialistas.

En enero de 2013, Tsipras viajó a Estados Unidos para impartir conferencias en relevante foros económicos. Según informó la revista alemana Wirtschaftswoche, todos sus contactos y todos los gastos corrieron a cargo del «Instituto para el Nuevo Pensamiento Económico» (INET), «think tank» financiado por George Soros. La idea era promocionar el miedo al partido nacionalista «Amanecer Dorado», acusándolo de nazi, y, por supuesto, atacar a Alemania, uno de los núcleos más obsesivos del pensamiento del megamillonario judío.

El ínclito ex-syrizo Varoufakis es un asiduo conferenciante en prestigiosos foros controlados por la oligarquía mundial -BBC, CNN, Sky News, Bloomberg TV- en los que no se corta un pelo a la hora de jalear la propuesta de los eurobonos defendida por Soros para resolver la crisis del euro -propuesta que también defiende Podemos, por supuesto-.

Se da la curiosa ¿coincidencia? de que fue profesor visitante de economía en la Universidad de Austin, Texas, muy beneficiada por el dinero de Soros, quien también ha promocionado la página web de protesta política «Vouliwatch», cuya intención es movilizar a las bases para cabildear el parlamento.

En cuanto a España, Soros incrementó recientemente su participación en la FCC de Esther Koplowitz hasta el 25%, una clara señal de que el «Soros Fund Management» no alberga ninguna inquietud sobre la posibilidad de que un gobierno de izquierdas en España sea una amenaza para sus negocios. Además, es inversionista de laSexta, la cadena podemita.

Y si los «syrizos» son «sorizos», lo mismo cabría decir en buena lógica de sus hermanitos podemitas, cuyo programa es casi idéntico al de sus parientes helenos. El programa de rescate social «syrizo» conocido con el nombre de «Plan Salónica», por ejemplo, es sustancialmente idéntico a la «Ley 25 de emergencia social» que Podemos registró en el Congreso el pasado 13 enero. ¿Es también casualidad que tanto Iglesias como Tsipras hayan coincidido en proponer una «alianza de pueblos mediterráneos» del euro que plante cara a los países del norte?

¿Por qué George Soros -en nombre de la plutocracia globalista- iba a hacer una excepción con España? Es un hecho demostrado que el conspirador judío financia una multitud de organizaciones de izquierda, en Norteamérica y otros países, así que SYRIZA y Podemos serían unas simples muescas más en su currículum.

Pero donde se ve más claro que los podemitas son «sorizos» es en los inquietantes contactos que la élite podemita mantiene con fundaciones, instituciones y «think tanks» de clara ascendencia globalista, la mayoría bajo la batuta del gran conspirador. Y, como dice sabiamente nuestro refranero: «Dime con quién andas, y te diré quién eres».

Una frase genial de Étienne de La Boétie concreta más el tema de las «malas compañas» -como decían nuestros antepasados- de estos «sorizos»: «Los malvados, cuando se reúnen, constituyen una conspiración, no una compañía».

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