Sólo un ciego, o un tuerto, que para eso es el rey, podría no ver lo pretencioso y vanidoso que es este vacuo personaje. Se pirria por una foto, una cámara en ristre y un micrófono, españoles y españolas, socialistas y sociolistos. Alguien ha dicho, y, a mi juicio, con buen tino, que Pedro Sánchez se va a pasar un mes de precampaña electoral habida cuenta de que, Dios lo quiera, no consiga formar gobierno, sea defenestrado por su partido, alabada sea la santa voluntad, o que la situación se dilate hasta que haya nuevas elecciones, siendo candidato él, quién si no. Nos va a aburrir con sus originales ideas, nunca pactaré con Podemos, tampoco con el PP, gran noticia, pero tampoco con los independentistas, falso de toda falsedad y que como un Paulo cualquiera se cae del caballo y, ¡oh milagro!, abre el abanico del diálogo, l’Etat c’est moi, incluida la aborrecible derecha, váyase señor Rajoy. Es un fenómeno del embaucamiento y la mentira.
Es un pollo, lo de pavo real también vale, así lo he venido definiendo en mis recientes comentarios, capaz de venderse al diablo con tal de que se cumplan sus deseos. La gente sensata del PSOE, y no sólo la «vieja guardia», se hacen cruces, agnósticas, comme il faut, ante la mentecatez de este iluminado político o sucedáneo de la cosa pública. Doctor cum laude del zapaterismo, ha impulsado, siguiendo la estela del prohombre ZP, la memez histérica arrancando rótulos de las calles madrileñas en una flagrante ignorancia histórica teniendo como soporte en la alcaldía matritense a Antonio Miguel Carmona, el bocazas, o por la boca muere el pez. Los derrotados en la guerra civil se adornan en estos años con el nuevo arco de la victoria y el laurel de Baco.
Bueno, pues como el repartidor de cartas que las da según le conviene, y yo no he jugado ni a la brisca, este truhán es un tahúr del Missisipi que se pone las mejores galas para engañar a los invitados a la concurrencia del tapete. No hay más que verle. Más ancho que largo. Se cree un jefe de estado petimetre dando sermones a diestro y siniestro, más bien a estos últimos que a los primeros, a los que abofetea y manda a galeras especialmente a su odiado Rajoy, ¿qué he hecho yo para merecerlo?, pues que usted es un registrador de la propiedad y el sociata, un zurupeto.
De aquí hasta la primera investidura, el diputado Sánchez acosará sin recato al Partido Popular para que se abstenga y si vota en contra será acusado de obstruccionista y de formación antipatriótica. La artillería mediática del PSOE está al acecho. Parece un sainete si no fuera porque el dramatismo está en juego. Esta pieza teatral puede ser cantada al final sin organillo ni estribillo. Y lo que el iluso Sánchez imaginaba como vítores y aplausos se puede tornar en lanzas de muy difícil restaño sobre todo en el trasero con el que se restriegan los lame culos. Sánchez es un ejemplo a seguir. Hagan juego, señores.