Manuel del Rosal García

El Metro de Barcelona

El Metro de Barcelona
Manuel del Rosal García. PD

Es un fiel reflejo de su ayuntamiento cuya alcaldesa, Ada Colau, contrata como jefa de prensa a una señora meona que antes de llegar a ese cargo empleaba su tiempo en mearse en las calles.

El metro de Barcelona está siendo el escaparate de las nuevas aportaciones políticas de estos nuevos políticos, genuinos representantes de la tolerancia entendida como permitir todo a todos menos a los que no comulgan con ellos.

Ada (No Hada, no confundamos) Colau se pone de los nervios cada vez que ve a un militar, pero entiende perfectamente que una usuaria del metro se agache y se mee en el andén acuciada por una necesidad insuperable, ¡cómo no va a entenderlo si su jefa de prensa va meándose por los pasillos del ayuntamiento marcando territorio!

Las flekis de la CUP se han apresurado a salir en defensa de la pareja que perreaba en el metro ante la presencia de quienes esperaban en el andén. Hay una cosa que no se ha explicado y que me produce una duda ¿Había en ese momento algún niño entre las personas que atónitas veían perrear a la pareja?

Y si lo había, ¿a las flekis de la Cup también les parece normal que un niño presenciara semejante «performance»? Como era de esperar las flekis de la CUP culpan a la Iglesia y a la Inquisición – ¡en que tiempos viven estas señoritas! – de que los ciudadanos normales veamos mal que una pareja folle en el metro, además dicen que «se ha magnificado un hecho que es habitual»

¡Joder! No sabía yo que en Barcelona es habitual follar en el metro. Parece ser que en el metro de Barcelona empieza a ser normal mear, follar y darle una paliza a un policía; dentro de poco veremos señalizaciones en los andenes en las que se indiquen los lugares donde realizar esas necesidades perentorias a la vista de todos:

«Lugar destinado al fornicio» «Meódromo para incontinentes» «Espacio para dar una paliza al policía de turno»

Unas flechas sobre el pavimento irán dirigiendo a los viajeros a esos lugares de los cuales habrá uno de cada uno en ambos andenes del metro. Los ciudadanos de Barcelona se miran en sus ediles y los toman como ejemplo.

Los ciudadanos de Manresa – allí impera ahora y como ultimísima aportación al bienestar de las mujeres, las esponjas naturales a usar como tapones íntimos – miran a sus ediles y los toman como ejemplo. Al mirarse en ellos actúan como ellos. Que esto esté sucediendo en Cataluña en general y en Barcelona en particular, no nos debe extrañar, pues es lo más que estos políticos de nuevo cuño dan de sí. Claro que tanto los catalanes en general como los barceloneses en particular, los han votado.

Eso nos puede hacer pensar que los catalanes en general y los barceloneses en particular, ya llevaban dentro de sí mismos semejantes inclinaciones hacia la escatología ferroviaria y la penetración de Bob esponja en lo «más íntimo» de las donas, y que estaban esperando el momento en que unos nuevos políticos abrieran las espitas para hacer aflorar tanta podredumbre. Cada uno tiene lo que se merece.

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