Benjamín López

Radiografía tuitera del último y más radical fichaje de Podemos: Rosa María Artal

la veterana periodista ha sido designada a dedo por Pablo Iglesias como número dos en la lista por Zaragoza

La periodista Artal es el estereotipo del buen podemita, con todas sus fobias y su sectarismo

El último fichaje digital, es decir a dedo, de Pablo Iglesias, se llama Rosa María Artal y es todo un filón, el estereotipo más puro del ‘podemismo’.

Esta periodista arremete contra todo lo que el radar de la izquierda sectaria y radical detecta como enemigo (Jorge Javier se engancha en Twitter con la periodista estrella de Podemos y la pone morada).

A saber: el PP; los ‘fachas’ que votan cualquier opción política que no sea de izquierdas; la Iglesia; la libertad de expresión y de prensa e incluso los críticos en exceso con ETA.

Todos esos son blanco de su lengua viperina que destila odio, rencor, afán de revanchismo y probablemente algún trauma. No hay más que introducirse en Twitter, donde es muy activa, para comprobar hasta qué punto llega su sectarismo. Como muestra, un botón. Así defiende una periodista la libertad de prensa.

«En el futuro se deben articular mecanismos que permitan cerrar medios que mientan o difamen, es imprescindible para la salud democrática del país», decía el 21 de mayo en la citada red social.

Con un par, sí señora. ¿Tribunales? ¿Jueces? ¿Eso que es? Mejor unos «mecanismos» que, me temo, consistirían en que ella y otros como ella decidirían de forma imparcial y objetiva qué medios mienten o difaman. Vamos, al más puro estilo de Hugo Chávez y de Pablo Iglesias.

Parece que Artal estaba haciendo méritos para militar en Podemos porque ese mismo día el líder supremo y su brazo ejecutor, Pablo Echenique, consumaban su fichaje. Artal lograba así cumplir su propio vaticinio, lanzado en Twitter en 2013:

«La única forma de garantizarse un futuro fuera de la miseria va a ser ese: entrar en política, y mejor en el PP».

En el PP no ha podido ser pero ya tiene su hueco en Podemos. Y a chupar del bote.

Los decretos del «líder supremo»

Artal, por si no lo saben, va a ir de número dos en la lista de Unidos (y Unidas) Podemos por Zaragoza por decreto del líder supremo, Pablo Iglesias.

Tan descarado ha sido el tema que hasta los suyos en la capital maña se le han soliviantado.

Esmeralda Gómez, que iba como número cuatro, ha renunciado tras el ‘dedazo’ de Iglesias que, a su vez, llega a sustituir a otro designado de la misma manera.

Hablamos del exJEMAD, Julio Rodríguez que tras quedarse fuera en diciembre al ocupar el número dos por Zaragoza ha terminado cayendo en paracaídas en la cabeza de lista de Almería, una provincia a la que está muy unido ya que, según dicen algunos, repostó una vez en una gasolinera de El Ejido, camino de Murcia, allá por los años 60.

Pero dejando a un lado los enfados internos que ha provocado el fichaje de Artal y más allá también de lo lamentable que sería tener a esta «individua» como diputada, lo cierto es que los periodistas estamos de enhorabuena.

Estamos ante una mina de la que no paran de salir exabruptos de todo tipo que, hay que reconocerlo, dan mucho juego y animan el cotarro.

Fíjense, por ejemplo, cómo desprecia a los «viejos», por supuesto también en Twitter: «Lo peor es que conozco gente, una vieja que me asqueó ayer, que cree lo que dice el PP y les defiende hasta la muerte», decía en diciembre esta adolescente ‘podemita’ de 67 años. También en esos mismos días llegó a decir esto:

«11 millones de viejos. Y obstaculizando el voto de los jóvenes emigrantes».

Suponemos que dada su edad merecedora de jubilación y por una cuestión de coherencia elemental, Artal renunciará a ir a votar el 26 de junio.

Con esa fobia que tiene a los «viejos» debe ser muy duro para ella cada día sacar la cartera del bolso y toparse de bruces con el DNI. Al menos, pensará, no es una facha como esas viejas que tanto le asquean.

La Iglesia, otro objetivo de sus ataques

Claro, que la geriátrica no es su única fobia. Fiel a los tópicos de la ultraizquierda en la que se ha enrolado, la Iglesia también le produce sarpullidos.

«El festín de procesiones, curas y beatería me recuerdan a la España negra de mi niñez», decía en Semana Santa.

Por contextualizar, se refería a la España de los años 50 del siglo pasado, claro. De la misma manera, en otro de sus tuit llega a afirmar tras «ver a una mujer con burka por la calle» que «el talibanismo católico es igual». De risa, vamos.

Y otro clásico de la ultra izquierda, la ambigüedad ante ETA. Parece que lo condena, sí, aunque siempre hay un «pero».

«El terrorismo es terrible pero…», dice Artal, «…el balance de víctimas de ETA -800 en 50 años- ¿justifica tal uso político?».

El uso político es, al parecer, el que a su juicio hace el PP, claro. De hecho ella misma se encarga de aclararlo en otro tuit:

«Y veo que a la caverna el fin del terrorismo de ETA le ha cabreado lo suyo».

Podríamos seguir así hasta aburrir al personal pero hay que ir terminando. Como digo, es un filón inagotable que nos puede dar grandes tardes tanto por las formas como por el fondo del discurso.

Porque, hay que reconocerlo, será sectaria, radical y extremista pero al menos es culta. Y eso es de agradecer. Para demostrarlo basta un tuit en el que su erudición queda de manifiesto sin mayor comentario:

«La primera nazi fue Isabel la Católica, ¿no? La primera en marcar a los judíos».

Si no les convence la prueba, aquí tienen la última y definitiva de Artal:

«Querida Marta, haber (sic) si coincidimos».

No hay más preguntas, señoría.

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