Juan Pablo Colmenarejo

Nunca pasa nada hasta que de repente sucede

Nunca pasa nada hasta que de repente sucede
Juan Pablo Colmenarejo (COPE). PD

Nunca pasa nada hasta que de repente sucede. Las torpezas en política se pagan caras y las consecuencias de las decisiones equivocadas suelen tardar en diluirse.

Más bien tienden a quedarse para siempre. A estas alturas nadie duda de la falta de pericia, oficio y talento del saliente primer ministro británico, quien en su día hizo una apuesta como quien le da al «me gusta» de Facebook.

Pensó que jamás tendría la mayoría suficiente para cumplir su promesa de referéndum. Su banalidad ha metido a millones de personas en un error histórico.

¿Cuál va a ser la incidencia, influencia o peso del referéndum del Brexit en las elecciones de hoy domingo en España? Votar es una decisión trascendente.

No se trata de compartir amigos ni eventos en la red. Entregamos a alguien nuestra representación para un tiempo determinado. Lo de hoy no es un concurso para elegir quién se queda en la casa, abandona la isla o permanece en la academia de artistas y cantantes.

Se trata de designar a quienes tomarán las decisiones sobre cuestiones sensibles y esenciales. Y mucho más, porque resulta que nos han puesto en juego el sistema democrático y de convivencia iniciado en junio de 1977.

Los gritos «guerracivilistas» del mitin de cierre de Podemos, coreados por generaciones que sólo han vivido en libertad y democracia, hielan el corazón en la España del euro y del siglo XXI como si Machado no hubiera compuesto un solo verso.

El pasado viernes, con la ruptura británica de la Unión Europea, empezó a soplar ese viento general de crisis que suele dejar a España con las vergüenzas al aire.

Nuestro país necesita amplios consensos moderados para hacer frente a reformas que nos anclen definitivamente a una Europa necesitada de decisiones valientes y profundas. España está parada desde finales del año pasado.

Si nos mantenemos bloqueados por culpa de otro resultado imposible de gestionar nos meteremos en una situación de consecuencias impredecibles. No vale consolarse echando la culpa a los políticos.

Es cierto que va a hacer falta mucha generosidad, incluso personal, por parte de algunos de los candidatos, pero no vayamos a votar soltando nuestros problemas dentro de la urna para que venga alguien a resolverlos. Y por supuesto, no pensemos que nunca pasa nada.

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