Santiago López Castillo

¡Ay Carmena!

¡Ay Carmena!
Santiago López Castillo. PD

¿Quién no iba a decir que esta alcaldesa nos daría días de gloria? En sesiones de mañana, tarde, noche y de madrugada. La abuela spinete, regidora de causas pobres, se escabulle de la Semana Santa, horror, de San Isidro Labrador, y eso que era currante con el sudor de su frente, pero financia a los okupas y fiestas de trincar; Carmena, iba a decir, se ha pasado por el forro de sus caprichos (en femenino no me arriesgo, las feministas siempre están al acecho) la legalidad y eso que era jueza de parte, según la ideología contraria a la suya, luego podemos.

Es sectaria hasta los tuétanos. Ese tejido óseo que también tienen las feministas. Además de aplicar políticas radicales, de izquierdas, practica el nepotismo desilustrado. Todo para el pueblo pero sin el pueblo; es decir, para los correligionarios, los amigotes los/as amantes y demás familias. Eso sí, con sueldos suculentos por no decir millonarios, los que recriminaba a la derecha. Y gobierna -con la generosidad del PSOE- con miembros y miembras, imputados/as y con sentencia condenatoria su portavoz, la que asalta las capillas a pecho descubierto.

Además de tener Madrid hecha unos zorros, en plena campaña electoral benefició a los barrios del sur, cuyos coeficientes intelectuales son los que son, que son los distritos que la apoyaron en las urnas, la regidora matritense tiene gastroenteritis en sus viajes urbi et orbi además de descomposición mental y no recuerda el pufo del alzamiento de bienes en la empresa de su marido especializada en la arquitectura. ¡Y es jueza! Joder, si te toca un tribunal presidido por ella y no eres okupacional, laico, blasfemo, ni republicano (por cierto, el juez Castro, el de Urdangarín y la infanta Cristina, es, según noticias jurídicas de las Islas, un acérrimo antimonárquico que llegó a la judicatura por la tercera o cuarta vía).

Al otro lado del «puente aéreo» está Ada Colau, Barcelona en crisis. Más de lo mismo. Más de la misma cagada o camada. La que no contenta con quitar el busto del Rey Juan Carlos, se pasa la Constitución por el forro de sus caprichos, prohíbe banderolas de España en las calles e igualmente pantallas gigantescas y que los mozos se abstengan de detener a nadie. ¡España nos roba!

– Ánimo: ¿y qué más…?

Me viene a las mientes la cinta de Carlos Saura. «¡Ay Carmela!» Gran película con tintes republicanos al fondo. Más de lo mismo. La enseña con el águila de San Juan, no de Franco, coño, no es anticonstitucional. Merluzos, no. La promulgación de la Carta Magna se hizo con el escudo tradicional que, posteriormente, cambió al emblema que hoy ondea en nuestra enseña nacional gracias al tesón y estudio del socialista Luís Solana. Mientras, desgraciadamente, la «estelada» se pavonea con la provocación, la irreverencia e independencia.

El exabrupto de «iros a tomar por culo» está en la calle mayor de nuestros pueblos. No lleva rótulos. Derecho a decidir.

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