Albert Rivera tiene que tener en cuenta que con la postura intransigente que sigue mostrando acerca de la investidura de Rajoy y su declaración previa de votar no en la primera sesión de investidura y abstenerse en la segunda, no ofreciendo con esto ningún margen de maniobra a cualquier negociación que le permita cambiar el sentido de su voto, le puede ocurrir lo mismo que a su correligionaria ideológica Rosa Díez que con su intransigencia mandó a su partido, a UPyD, a una travesía del desierto de la que todos sabemos el resultado.
De esta intransigencia saben bastante los habitantes de una localidad albaceteña en la que el único concejal electo de UPyD en las municipales del 2011, con la llave de la gobernabilidad en el bolsillo, se vio presionado para votar sin ninguna otra consideración a la lista más votada antes de entablar cualquier tipo de negociación con las otras dos formaciones concurrentes empatadas a concejalías.
Aquella instrucción era la misma en todo el país para todos los concejales electos por UPyD. No había lugar para la negociación. Aquello terminó como el «Rosario de la Aurora», y ya no recuerdo si se produjo antes la expulsión de aquel concejal de las filas de UPyD o el abandono voluntario del mismo de las filas del partido pero con su acta en el bolsillo. Pero por hechos como aquel, por aquella intransigencia previa sin dar pábulo a que se pueda variar el voto por negociaciones futuras, empezó el desmoronamiento de UPyD. Escrito en su día lo dejé.
Hay que recordarle a Albert Rivera que la corrupción del PP, con Mariano Rajoy a la cabeza, ya ha pasado factura como lo demuestra el hecho de que tras dos elecciones generales en apenas seis meses el único partido que tras volverlas a ganar ha subido en votos y escaños es el propio Partido Popular.
El mantener Ciudadanos que no va a pasar de la abstención en una segunda sesión de investidura equivale al «no es no» del partido socialista, como queriendo emular un duelo entre ambos para ver quién es menos culpable en la investidura de Rajoy, que por otro lado no se va a dar con esas posturas.
Pero han de saber que si el desenlace de la situación actual nos conduce a unas terceras elecciones, van a ser señalados como responsables de las mismas el PSOE que con su sola abstención es determinante, y Ciudadanos que ni siquiera con un sí es determinante pero condicionaría bastante. Hay que recordar aquí y ahora que ambos partidos son los que han salido peor parados en las pasadas elecciones de hace menos de un mes.
No quiere decirse que el «si» de Ciudadanos a Rajoy tenga que ser incondicional, sino que pueda darse por negociaciones previas que desbloqueen esa postura de abstención y que en mi opinión, como más conveniente para el partido de Albert Rivera, lo mejor sería firmar un pacto de gobierno para toda la legislatura, y más aún, entrar a formar parte del gobierno. No puede quedarse Ciudadanos, con 32 diputados, como muleta ocasional del PP gobernando con 137 escaños, o haciendo una oposición ridícula de centro derecha, frente a la feroz oposición de izquierdas y mayoritaria de PSOE y Podemos.
De esta manera Albert Rivera mataría dos pájaros de un tiro. ¿No le molesta tanto el que el PP busque ahora apoyos entre los nacionalistas o independentistas catalanes y vascos? Pues si Ciudadanos vota «sí» a Rajoy, el papel de los nacionalistas se diluye como un azucarillo.
Que tenga en cuenta una cosa: el PSOE, determinante para que en España se pueda formar gobierno, no va a desaparecer sea cual sea el sentido de su voto en la investidura, pero si Ciudadanos, aun sólo con un papel bastante condicionante ahora, no acierta en el sentido de su voto, puede ser que le tenga que ir a preguntar a Rosa Díez por su experiencia de como detener una hemorragia que ella misma no supo contener.
El «Rosario de la Aurora» del famoso dicho, se produjo en la localidad gaditana de «Espera», y la formación de gobierno en España no la tiene.
