LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

Santiago González se chotea de Sánchez: «Sólo sabe expresarse a través del ectoplasma de Luena»

"El joven Sánchez parece creer que quien quiera opinar debe presentarse a unas primarias y ganarla"

Riverita está atenazado por el miedo a que Pablo tache a Ciudadanos de ser otra marca de las Nuevas Generaciones del PP

Palos a nuestra clase política por seguir empeñada en la cerrazón, en no ceder, en pactar con quienes no deben y, en definitiva, por haberse puesto el objetivo de trabajar de cara a unas terceras elecciones. De esta guisa acuden puntuales a su mesa las columnas de opinión de la prensa de papel este 25 de julio de 2016.

En El Mundo, Santiago González, al que felicitamos desde esta sección por su onomástica, hace una radiografía de cómo se encuentra a fecha de hoy, 25 de julio de 2016, la situación política en el Congreso de los Diputados con los tres partidos que no ganaron las elecciones y, esencialmente, con los dos que tienen la responsabilidad moral de no hacer que los españoles volvamos a unas elecciones el próximo 27 de noviembre de 2016:

Así las cosas, en el parvulario del Congreso las cosas siguen como estaban, salvo que el lento proceso digestivo con que Pablo Iglesias afronta los resultados del 26-J lo convierten en campeón de la prudencia, por comparación con sus competidores directos: Pedro y Albert. En todo caso, da la impresión de que los únicos que de verdad parecen haber aprendido algo en las elecciones repetidas de los seis meses anteriores han sido los votantes.

Apunta que:

Los gestos y mohines de Pedro están resultando francamente llamativos. Él sigue en el no. No a las terceras y no a Rajoy, soplar y sorber, salvo que de verdad piense urdir algo con el silente Pablo. Mientras, ¿recuerdan ustedes los tiempos de don Mariano en plasma? Pues ahora el joven Sánchez sólo se expresa mediante su ectoplasma, que es Luena. ¿Para qué necesita los consejos de Felipe González, de algunos barones, o de los seis ex ministros socialistas que en compañía de otros notables le animaban el miércoles pasado a facilitar la formación de un Gobierno?

Él ya tiene a Luena para explicarle y decir que no pueden facilitar la formación de un Gobierno del PP porque son la alternativa al PP, no los socios del PP. No parece que piense lo mismo la socialdemocracia alemana respecto a su relación con Merkel. Ni los compañeros franceses cuando tuvieron que apoyar en una segunda vuelta a Chirac para impedir el paso a Le Pen padre. Pero es que luego hay otra cosa más chusca. Meritxell, oh, mi Meritxell, tan desenvuelta como sus jefes, ya ha registrado en el Congreso las primeras iniciativas parlamentarias para demostrar a Posemos que la verdadera oposición son ellos. Son de carácter derogatorio, sobre la Lomce, la reforma laboral y la Ley de Seguridad Ciudadana. No han caído en la cuenta de que para constituirse en oposición tendrían, tendríamos todos, que tener primero un Gobierno.

Recuerda que:

Decía que Felipe ya no pinta gran cosa en este partido socialista. El joven Sánchez parece creer que quien quiera opinar debe presentarse a unas primarias y ganarlas, y que, mientras, todo el poder es del secretario general y de la asamblea, si el CF se le pone levantisco. He oído a gente de buen sentido defender el derecho a decidir de Sánchez, una herencia más de José Luis, el amable zascandil que hoy se entretiene con el líder bolivariano, mientras éste impide que en la vista del recurso de Leopoldo López se personen sus abogados Cremades y Gallardón, como antes se le impidió a González. Pepiño, que al lado de Luena parecía Fouché, sostenía que Zapatero tenía derecho a equivocarse, lo que no era verdad. Un presidente no tiene derecho a equivocarse con la libertad y el futuro de los españoles. Por eso, un ex presidente tiene no sólo el derecho, sino la obligación, de aportar su experiencia y sus consejos. Y el párvulo de tomar nota.

Y de nuevo apunta hacia el líder de Ciudadanos:

Lo de Riverita está resultando espectacular. Atenazado por el miedo a que Pablo tache a Ciudadanos de ser otra marca de las Nuevas Generaciones del PP; convencido al mismo tiempo de que no debe haber terceras elecciones, y de que su aportación es inane, quiere que la tarea se la hagan otros: los diputados socialistas y el Rey, si se deja, en lugar de poner a trabajar sus 32 escaños, forzar así al PSOE de manera efectiva y negociar su entrada en el Gobierno, un lugar mucho más acogedor que una oposición que ya se van a disputar Pedro y Pablo, donde no hay sitio para él. A mí me está pareciendo un poco verde, las cosas como son, pero sería un mal menor respecto al ticket que podría hacer Pedro con un Pablo que se nos cae de Maduro, no sé si me explico.

En el ABC, Gabriel Albiac apalea a la clase política en general por su empeño en mantener al país en una parálisis que ya comienza a resultar intolerable:

En «soledad confusa», dice Góngora haberle sido dictados los versos que cartografían esos pasos de «peregrino errante» mediante los cuales sella su vida de poeta, puede que el más grande de la lengua española. La soledad -o, por metonimia, el desierto, conforme al primer uso que anota Covarrubias- es el territorio propio de la lírica. Si sobre ese territorio se buscara, por el contrario, asentar un discurso político, entonces lo peor quedaría garantizado. Baruch de Spinoza, que guardaba en su biblioteca de Rijnsburg un ejemplar de la edición de 1633 de «todas las obras de Don Luis de Góngora», no eludirá la paradoja: en tanto que hombres libres, filósofos como poetas están determinados a ser operadores de soledad, de desierto. Y eso hace de ellos material desechable para el político. Porque esos hombres libres «que nada esperan y nada temen, en nada dependen de otra cosa que no sea su propia potestad y son así enemigos del Estado, a los cuales éste puede reprimir».

Y es que en el político, en ese que necesariamente monta su potencia sobre el artefacto del sujeto múltiple al cual Hobbes llama Leviatán, en el político nada se asienta en soledad ni desierto; ni en libertad, por tanto. La perseverancia del Estado, que el efímero gobernante garantiza, resulta de una composición de fuerzas compleja. Por algo elemental, ineludible, constrictivo: «la libertad de espíritu es una virtud privada, mientras que la virtud del Estado es la seguridad».

Estar en lo político -estar en el Estado- es estar en la lógica de coacciones reguladas que estabilizan durante algún tiempo a una muchedumbre. No hay en eso lugar para hombre libre. Lo que es lo mismo: para hombre solo. Lo que en el poeta, el artista, el filósofo es virtud se hace vicio en el gobernante. Que ni puede nunca ser un hombre libre, ni aún menos creer serlo. Porque es su función ser tan sólo instrumento de coerción regulada. Y así, «un Estado que dependa de la confianza en un cualquiera…, no tendrá ninguna estabilidad».

Y detalla que:

Es tragedia específica de la España contemporánea que los agentes del poder se hayan, sin excepción, visto a sí mismos como hombres providenciales, de cuyo libre criterio y solitaria decisión pendiese el destino común de la nación. Ya bajo forma de dictadura, ya de democracia, cada cual que aquí llegó al control del ejecutivo se juzgó mandatado -por la gracia de Dios o por la de los electores- a no buscar conformidad más que consigo mismo. Régimen de monopartido -pleno, imperfecto o alternado-, el lugar del poder ha sido aquí el de un solipsismo. Y ese hábito acabó por cobrar peso de evidencia. Hasta hace algo menos de un año. El fin de eso debería haber puesto fin al autismo de los gobiernos monocolores. E inaugurado un tiempo de mando negociado. En vez de ello, sólo ha generado parálisis. Desde hace ya casi un año.

Va en la miseria de nuestros políticos este perder una ocasión de oro. Atrincherados en el uso más anacrónico de la política: esa mala «soledad confusa».

Isabel San Sebastián subraya en su tribuna que Rajoy no debe buscar bajo ningún concepto el guiño, apoyo o complacencia de los nacionalistas / separatistas para lograr cuatro años más en el palacio de La Moncloa:

¿Es realmente inevitable? ¿Tan escasos de orgullo andan algunos de nuestros dirigentes como para mendigar el respaldo de quienes quieren romper España y no pierden ocasión de ofenderla? ¿No hemos aprendido nada de las experiencias pasadas?

Pensábamos que la brutal escalada separatista protagonizada por los partidos que conforman el Gobierno de Cataluña serviría de antídoto contra eventuales tentaciones apaciguadoras, pero nos equivocábamos. Cuanto más elevan ellos el listón del desafío, más «comprensión» encuentran por parte de los llamados a pararles los pies. Cuanto más gastan en «construcción nacional» (esto es, en medidas destinadas a allanar el camino hacia la secesión unilateral), más dinero reciben de las arcas que alimentamos a escote todos los españoles con impuestos confiscatorios. Cuanto más se ríen del ordenamiento jurídico, más laxa es la actitud de los órganos encargados de velar por que se cumpla la Ley. Resumiendo; no solo les salen gratis todos y cada uno de sus quebrantamientos, sino que reciben premio. ¿Por qué razón iban a recular? Ya quisieran las demás comunidades ser tratadas con el mismo guante.

Tira de hemeroteca para recordar que:

Hace casi dos años, el 9 de noviembre de 2014, la Generalitat encabezada por Artur Mas se fumó un puro con la Constitución y varias sentencias judiciales para celebrar un referéndum ilegal. Se nos dijo entonces que aquello tendría consecuencias graves para los instigadores de tamaña afrenta a la democracia. Pero llegado el momento de materializar esas «consecuencias», coincidiendo con la búsqueda de apoyos para la formación de la Mesa del Congreso y la investidura de un presidente, la Fiscalía, dependiente del Ejecutivo, retira la única acusación susceptible de suponer cárcel para los imputados y deja su petición en una pena de multa, en el mejor de los casos. O sea, que se irán de rositas y seremos nosotros, los contribuyentes, quienes pagaremos como siempre la factura. Curioso ¿no?

Hace apenas unos días, el líder de Esquerra Republicana, encargado de las finanzas autonómicas, venía a pedir árnica a Madrid y recibía el oxígeno necesario de ese ministro de Hacienda implacable con cualquier moroso, excepto los separatistas. Recibía el correspondiente auxilio pero salía llorando, porque el victimismo es a su causa lo que el calor al verano y, además, funciona siempre.

La impunidad con la que la corrupción ha campado a sus anchas en la administración pública catalana durante décadas, ese famoso «tres por ciento» del que ya habló Maragall, está directamente ligada a la dependencia política de los gobiernos centrales respecto de las fuerzas nacionalistas. La radicalización sostenida de la apuesta independentista, también. Ahora que creíamos neutralizada al fin la capacidad de chantaje de esos partidos, con el final del bipartidismo y la instauración de un mapa político distinto, volvemos a encontrarnos con la vieja estrategia de siempre: subastar secretamente parcelas de soberanía, de presupuesto y de dignidad, a cambio de respaldos efímeros ajenos a la lealtad.

Concluye que:

Zapatero puso el primer clavo en el ataúd del PSOE cuando profirió aquello de «aceptaré lo que venga de Cataluña», coherente con su idea de que «la Nación es un concepto discutido y discutible». Rajoy podría hacer lo propio con el PP, si cae en la tentación de poner España en almoneda con tal de volver a La Moncloa. Búsquese los votos o abstenciones que precisa donde sea, pero sepa que el nacionalismo es insaciable y siempre pone un precio imposible de pagar. Con separatistas no se pacta.

Ignacio Camacho pone negro sobre blanco los cálculos que se están haciendo en el PP de cara a la investidura de Mariano Rajoy. En esta semana que comienza tendremos la respuesta, bien el 28 de julio de 2016 a última hora de la tarde o el 29 de julio de 2016 a más tardar, de si Rajoy acepta el encargo del rey Felipe VI, o de si éste encarga al de Pontevedra que se someta a la misma. Visto como está el patio, todo es posible:

Rajoy duda. Conoce el desgaste de una segunda espantá ante el Rey pero no quiere someterse a una investidura fallida. Hoy por hoy no tiene los apoyos mínimos para un papel siquiera decoroso que le otorgue una victoria moral: eso son 170 diputados y sólo cuenta con sus 137. El presidente sospecha que Rivera y, sobre todo, Sánchez quieren hacerle pasar por el fracaso que el aspirante socialista sufrió en marzo, achicarle el triunfo electoral antes de concederle la abstención en el mejor de los casos. Sin los votos de Ciudadanos es probable que ni lo intente. Prefiere continuar conminando al partido centrista, poner su resistencia en contradicción con sus votantes moderados. Entre otras razones porque teme que si permite su primera derrota para poner en marcha el reloj de la cuenta atrás, el líder reformista exija su cabeza para dar el sí al PP después del verano. A pesar del acuerdo para la Mesa del Congreso, el marianismo aún no acaba de saber si C’s es un aliado o un adversario.

Resalta que:

Así las cosas, todo depende ahora de la Corona. Felipe VI aborda la ronda de consultas con el ya estrecho campo constitucional achicado por la imprudencia reciente de Rivera. Los cálculos de La Moncloa pasan por la esperanza de que el Monarca no efectúe ningún encargo; sólo se lo puede ofrecer a Rajoy y éste tendría que decidir si aceptarlo para ir al degolladero o volverlo a rechazar con el consiguiente alboroto y daño político. Pero al Rey no le gusta sentirse presionado, y la indefinición de los partidos le está trasladando la responsabilidad de un bloqueo que él no ha provocado ni inducido. Lo han puesto en una tesitura endiablada, en la que haga lo que haga alguien se va a considerar perjudicado. Es su decisión más difícil desde que accedió al Trono; su arbitraje será por eso el más neutro posible, a riesgo de pasar por antipático.

Si decide abstenerse él también, en este caso de proponer un candidato, Rajoy asumirá el papel que está esperando. El de hablar con los demás líderes y decirles que o logran un acuerdo o requerirá a los letrados el modo de convocar elecciones sin investidura previa. Se trata de una providencia dudosa que, en cierto modo, equivaldría a suplantar las funciones del Rey, aunque también de una manera de quitarle presión. Y tiene un flanco débil para el PP: Pedro Sánchez podría aprovechar la ocasión para buscar el pacto con Podemos y los nacionalistas, o incluso con C’s, bajo la coartada de evitar las elecciones. La Corona quedaría preservada porque nadie le pediría la encomienda antes de tener los apoyos amarrados, pero al presidente le costaría cara la jugada de dejar pasar la mano.

Y deja un último recado:

En cualquier supuesto, no sólo estamos ante un problema de gobernabilidad: puede desembocar en una crisis constitucional. La esterilidad del dogmatismo partidista se acerca al punto de no retorno. El que compromete la eficacia misma del sistema y del Estado.

En La Razón, Sandra Golpe recomienda dejar sin vacaciones a la clase política hasta que no haga su tarea, la de conformar Gobierno:

Ni Santiago Apóstol ni leches. Castigados sin vacaciones hasta que se entiendan y hagan con urgencia la tarea. ¿Qué se han creído? Los españoles nos estamos hartando de sus líneas rojas. Está el país de un «mírame y no me toques» que clama al cielo. El techo de gasto y los presupuestos sin firmar, oposiciones y contratos paralizados, estancadas las inversiones vete a saber hasta cuándo… Mandarles al rincón de pensar no ha dado resultado, visto lo visto.

Señala que:

El bloqueo es una política de otro siglo. De otro milenio, la idea de aniquilar la democracia y avivar miedos colectivos en nombre de Alá. Y los populismos tan de moda, ni te cuento: retrógrados en esencia. Nos llevan hacia ideas de muros definitivos y recelo ignorante al extranjero que ha venido, oh Dios mío, a quitarnos el pan. En el otro extremo, los populismos nos conducen al sectarismo, apoyados sus líderes en las redes sociales por un ejército de resentidos que martirizan al que piensa distinto o no dice lo que ellos querrían oír. Mundo asustado, España decimonónica. ¿Qué nos está pasando?

Por lo pronto nuestros representantes políticos, como niños egoístas, juegan al no me bajo del carro y tonto el último. Cobran a fin de mes, eso sí, mientras otros muchos compatriotas esperan un gobierno operativo para poder aspirar, siquiera, al privilegio salarial. O a presentarse a unas oposiciones, vete a saber.

Unos deberían tomar nota del clamor de sus propios votantes: dos de cada tres les piden que digan sí al PP para desbloquear este panorama, no sé por qué hacen caso omiso. Los demás tienen que ceder del mismo modo, hasta que les duela el alma, sí, hasta buscar el consenso, por la cuenta que les trae. Que se dejen ya todos de remilgos y hagan honor a su profesión de políticos. ¡De esta semana no pasa! Díselo a todos, tú que puedes, y perdona la vehemencia. Sólo vas a escucharles y no te compete tomar partido. Prohibido borbonear, lo sé, pero échales la bronca con ganas, por todos nosotros, quédate a gusto. Recuérdales, con diplomacia, que no están a nuestra altura, que ni se planteen unas terceras elecciones y que si los hombres de negro vienen y nos multan… no tendrán suficiente península ibérica para correr. Díselo todo, a tu manera, en nuestro nombre. Mal que les pese a algunos, tú eres pueblo. Esta semana, tú eres nosotros.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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