Santiago López Castillo

Dictadoras, sancionadoras

Dictadoras, sancionadoras
Santiago López Castillo. PD

Gestionar no gestionan ni un papel, pero joden (por fastidiar) un huevo. Me refiero a esas dos alcaldesas más rojas que una guindilla picante que se dejaron caer por Madrid y Barcelona gracias al voto de cuatro ineptos llevados por el odio y el guerracivilismo, sin descontar, claro al socialismo, el frente popular. Llevamos dos años de estas prendas -algún articulista las ha llamado malolientes- y se vienen decantando como se presumía: exhibiendo sus mejores galas marxistas-leninistas. Paga o muere. La última genialidad de la de la Villa y Corte es poner una tasa en los cajeros automáticos por sacar cuatro euros de mierda y por plantar los pinreles en la acera de la vía pública. Los Bancos ya han advertido que si se aplica esta ordenanza municipal nos revertirá a los paganos que pagamos hasta por respirar, y perdón por la redundancia.

Estas alcaldesas, 73 años después de la contienda civil, manda huevos, casi un siglo, siguen con la matraca de ricos y pobres, parias del lugar, puños fuera. Y a estas actitudes lo llaman, ellos, «democracia». Consigna que esgrimía en su ideario Lenin, lo recuerdo para los iletrados. La libertad de mercado se recoge en nuestra Carta Magna, a Dios gracias, pero no se admite la comunista, abolida en los principales países de Occidente, que siempre nos conduce a la ruina, al hambre, la pobreza y a la sangre engangrenada.

La Colau, por otra parte, se propuso, desde el primer día, acabar con cualquier vestigio de lo español. No, so imbécil, seguirás siendo española aunque te pese. Cataluña no es nadie sin España, por más que digáis «Estado español», merluzos, que lo acuñó Franco en el 39. Sanciona con fuertes multas a los que colocaron en la vía urbana una pantalla gigante para ver a la selección española de fútbol. Le repele el caqui de las Fuerzas Armadas.

La fiesta de la Hispanidad, España, nación que no pronuncian ni lavándose la boca con perborato. Y estos tics se extienden por las provincias catalanas: sí, provincias, grado que generosamente los constituyentes elevaron (¡qué error, qué inmenso error!) a regiones o nacionalidades. Barcelona, Tarragona, Lérida y Gerona.

No contentos/as con ellas, según el odioso lenguaje sexista, el edil o la edil de Badalona -o dale que dale con el independentismo-, se cagan en la Justicia y rompen un auto judicial que dice que la fiesta nacional es fiesta de guardar y no pasa nada. Son estos cutres/as que venían a revitalizar la política, las instituciones, y una mierda, y con el mayor descaro han practicado el nepotismo más vergonzante de nuestra historia reciente.

Así, la totalitaria alcaldesa de Madrid se embolsa las faltriqueras y manda a los niños, so caradura, a que recojan las colillas y que sus madres barran las escuelas. ¡Ay Carmena! ¡Qué pena!

PD.- ¿Quién quiere invertir en unas ciudades donde se persigue al promotor?

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