Rosa Villacastin

Ana Belén: el cine penaliza la experiencia

Ana Belén: el cine penaliza la experiencia
Rosa villacastín

Cuando el próximo 4 de febrero las gentes del cine entreguen el Goya de Honor 2017 a Ana Belén, habrá quien piense que se lo deberían haber dado hace tiempo. No solo porque en su haber cuente con más de 50 títulos como actriz, también por sus grandes éxitos como cantante, pero muy especialmente por su defensa de la cultura española, de la libertad de expresión y en contra de todas aquellas medidas que afectan negativamente a la vida cotidiana de los españolitos de a pie. Una actitud valiente, comprometida, por la que le han llovido las críticas pero también el reconocimiento sincero de quienes piensan que los actores o actrices están en todo su derecho de expresar públicamente lo que piensan y sienten, guste o no a la clase dirigente, de igual manera que lo hacen los médicos, los arquitectos o los camareros.

Si hace unos días celebrábamos el discurso crítico de Meryl Streep con motivo de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, por qué callar ahora cuando Ana se queja del trato que se le ha dado a Fernando Trueba por unas palabras pronunciadas irónicamente al recibir el Premio Nacional de Cinematografía. Una campaña que ha penalizado el devenir de su última película «La Reina de España», en la que han trabajado grandes actores y actrices como Penélope Cruz, la propia Ana Belén, Antonio Resines, y muchos otros, algunos de los cuales afrontan hoy perdidas millonarias, ya que la película se financió con el dinero del director y de algunos de sus actores y actrices fetiches.

Otro de los temas que abordó Ana Belén en su comparecencia ante la prensa, es la falta de proyectos en los que puedan trabajar actrices maduras, de 50 años en adelante. Y que es posiblemente la razón por la que no le llegan papeles desde hace doce años, siendo como es una gran actriz que ha trabajado a las órdenes de directores de tanto prestigio como Pilar Miró, Gonzalo Suárez, Eloy de la Iglesia, Manuel Gutiérrez Aragón, Fernando Colomo o Vicente Aranda. Una queja que se suma a la de otras actrices españolas, francesas y estadounidenses, por ese afán de las sociedades modernas en penalizar la experiencia, en cualquier campo, lo que hace que gente con talento, con prestigio, esté en sus casas cruzados de brazos, sin poder devolver a esa sociedad lo mucho que esta invirtió en prepararles. Por no hablar de la campaña iniciada en Norteamérica de «a igual trabajo igual sueldo».

Es cierto que vivimos tiempos convulsos, difíciles, en todos los ámbitos de la vida, en el cultural, social, político y económico, quizá por eso ha llegado el momento de reivindicar una mayor visibilidad de las personas mayores, sean mujeres u hombres, del mundo del cine o de la ciencia. Resulta penoso que a lo largo de la historia de la Academia de Cine solo se haya premiado a cinco mujeres -Rafaela Aparicio, Imperio Argentina, Josefina Molina, Concha Velasco y ahora a Ana Belén-, habiendo como hay tantas y tan buenas profesionales. Un olvido que deberían solventar cuanto antes porque resulta a todas luces discriminatorio que en tantos años de funcionamiento de la Academia de Cine solo se acuerden de las grandes actrices o directoras en contadas ocasiones.

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