Alfonso Rojo

La purga de Pablito

La purga de Pablito
Alfonso Rojo, director de Periodista Digital S.L. PD

Hasta ahora teníamos ‘la purga de Benito’, como sinónimo de brebaje de charlatán al que se atribuyen efectos milagrosos, pero ya podemos ir incorporando al refranero español ‘la purga de Pablito’, porque catarsis va a haber y draconiana.

Anda el personal periodístico distraído, pendiente de los matices y tratando de interpretar las palabras de Pablo Iglesias, tras su arrollador triunfo en el festival cómico-taurino de Vistalegre II, pero que nadie se llame a engaño.

Cuando dice que Errejón tiene que estar en ‘primera línea’, a lo que se refiere en realidad es a un lugar destacado en el compacto pelotón de los que serán ‘fusilados’.

La política es una máquina de picar carne y en ninguna formación, se llame PP, PSOE , Ciudadanos o lo que sea, sobrevive el disidente que planta cara al mandamás y pierde la batalla.

La particularidad de los podemitas es que, fieles a sus referencias ideológicas, ejecutarán la depuración con meticulosidad estajanovista y vesania siberiana. Seguro que alguno de ustedes recuerda aquello de ‘con la facción no se discute, a la facción se la combate’, que voceaba el rojerío universitario allá por los años setenta. Pues eso.

Alguno de los vencidos, sobre todo si se pone muy manso y esconde el rabo entre las piernas, sobrevivirá a la limpieza. Quizá la cuchilla no se abata sobre el pescuezo de Miguel Urban y los ‘anticapitalistas’, pero a Errejón lo van a meter en un rincón antes de hacerlo fosfatina.

El proceso exige dejarlo mudo, por lo que estoy casi seguro de que no seguirá mucho tiempo como portavoz en el Congreso y que colocarán en su puesto a alguna de las vestales rojas que rodean al Coletas. Y no caben quejas, porque los errejonistas hubieran hecho lo mismo con los pablistas, de haber ganado la partida. Como se dice en la política norteamericana, quien no soporte el calor, que no se meta en la cocina.

No va a haber rupturas, entre otras razones porque una acendrada tradición española es acudir raudo en auxilio del vencedor. Lo que ya no está tan claro es que la victoria de Iglesias sea buena para Podemos.

No había diferencias de fondo, ni discrepancias ideológicas, pero visto desde el exterior se ha impuesto el comunismo más rancio y el populismo más extremo. Eso, la apuesta de Iglesias por la agitación callejera y la brocha gorda antisistema en detrimento de la acción parlamentaria y el debate, solo benefician al PP de Rajoy. Y al PSOE, si alguna vez es capaz de encontrar un líder y sentar cabeza.

Alfonso Rojo

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