Fermín Bocos

La hora de la verdad

La hora de la verdad
Fermín Bocos. PD

En España la justicia es lenta. Jueces y fiscales se toman su tiempo pero al final el investigado acaba en el banquillo. Salvo excepciones, los encausados que son personajes del retablo de la política suelen amenizar las vísperas del juicio con declaraciones encaminadas a proclamar su inocencia o a intimidar al tribunal. El último caso que encaja como anillo al dedo en éste registro es el del diputado Francesc Homs, procesado por desobediencia al Tribunal Constitucional en razón de la convocatoria de la consulta ilegal del 9N, el conocido como «referéndum de cartón».

En la vigilia de su comparecencia ante el Supremo, tribunal que le juzga dada su condición de aforado (privilegio anacrónico a desterrar), en una clara demostración de falta de sentido del ridículo proclamó que si el tribunal le condenaba sería el «fin del Estado español». Nada menos. Ni siquiera Napoleón, que lo intentó, consiguió tamaña proeza.

En razón del fuste menor del personaje no deberíamos prestar atención a sus baladronadas pero su condición de portavoz de la antigua Convergencia en el Congreso otorga púlpito a sus palabras y sus manipulaciones y la última: defender que no hubo delito en la celebración de una consulta que había sido declarada ilegal por el TC, encuentran eco en la parroquia independentista. Eco que retroalimenta el victimismo que es la base del discurso de los nacionalistas.

Homs es un experto en lo que ahora se llama posverdad. Sabido que este concepto, como tal, da idea de que en el proceso de formación de la opinión pública los hechos objetivos influyen menos que los llamamientos a la emoción y a las creencias personales. Ni Donald Trump ni su asesor, Steve Bannon, son los inventores del concepto de posverdad.

Esta palabreja tiene antecedentes muy antiguos y bien conocidos por quienes llevamos años siguiendo el acontecer de la vida política catalana. Cuando Homs dice que el juicio al que está sometido es un «juicio político» entronca con aquél discurso de Jordi Pujol en el balcón de la «Generalitat» cuando intentó (y consiguió) ocultar el saqueo de Banca Catalana proclamando que el Gobierno central «había hecho una jugada indigna contra Cataluña».

Corría el año 1984. Después vinieron veinte años dedicados al 3%, pero esa es otra parte de la misma historia. Jordi Pujol nunca ha sido juzgado ni siquiera por los delitos de evasión fiscal que él mismo ha confesado. Todo se andará. De momento, sentado como está en el banquillo del Tribunal Supremo, es a Francesc Homs a quien le ha llegado la hora de la verdad.

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