Alfonso Rojo

El furgón de los mamarrachos

El furgón de los mamarrachos
Alfonso Rojo, director de Periodista Digital S.L. PD

Sólo salió a la calle un pequeño porcentaje de los catalanes contrarios al independentismo, pero eran miles y verles ondear la bandera y correar «no nos engañan, Cataluña es España», abre un resquicio a la esperanza.

Hasta ahora y desde hace décadas, todos los combates con los nacionalistas se han perdido por incomparecencia, porque el Gobierno, los políticos e intelectuales de plantilla han optado indefectiblemente por ponerse de lado para evitar problemas.

Por falta de asistencia y por estupidez, porque en que cabeza cabe que salga un tipo como Pablo Iglesias calificando de ‘vergüenza’ que los tribunales inhabiliten dos años a Artur Más «por poner urnas» y ni uno solo de los asistentes a la rueda de prensa le preguntase festivo si también opina que al Dioni lo condenaron por ‘conducir un furgón’ o al Solitario por ‘sacar dinero del banco’.

Dada la precariedad de esta profesión, uno puede entender que algunos periodistas se callen, pero no es de recibo la neutralidad con que se hizo eco RTVE -la pública que pagamos todos los españoles- de esa mamarrachada, repetida como un mantra por esa luminaria que es Francesc Homs, el inefable Rufián y los compinches periféricos de Podemos.

En Cataluña no hay violencia física pero, como quedó patente el 9N cuando sólo una directora de colegio se atrevió a desafiar las instrucciones ilegales de la Generalitat, la presión social sobre los no partidarios del ‘proces’ es agobiante.

Se ejerce de forma difusa, pero efectiva y por eso es tan relevante la marcha convocada por Societat Civil Catalana para protestar contra el ‘golpe’ separatista y reclamar democracia.

Que no estuvieran presentes Albert Rivera o Inés Arrimadas, quienes se fueron a hacer el liberal a Cádiz, es pecado venial, porque el compromiso de Ciudadanos queda fuera de todo.

Lo del PSC es mortal y comprobar que en el delito llevan la penitencia, no consuela.

No hace tanto era un partido mayoritario en Cataluña; hoy es una organización descompuesta, abocada a la irrelevancia.

Siempre se dijo que dentro del socialismo catalán palpitaban dos alma, una españolista y otra catalanista. Pues fieles a la condición migratoria de los espíritus, a Iceta y compañía se les han ido los votantes hacia ERC, CUP, Podemos o Ciudadanos. Ahí ya no hay nada que hacer.

El esfuerzo, porque el reto que afronta España es inmenso, hay que centrarlo en esos 15.000 valientes que osaron dar la cara este domingo y los cientos de miles que se quedaron en casa pero piensan igual que ellos. La pelota está en el tejado de Mariano Rajoy.

ALFONSO ROJO

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