Cuando ABC publicó la fotografía del juez del caso Nóos tomando gintónics con la acusación popular, la izquierda mediática convirtió lo que era otra brillante exclusiva de Javier Chicote en una conspiración del CNI, la Casa Real y este periódico para salvar a Doña Cristina por la vía de destruir la honorabilidad del magistrado que a toda costa quiso imputarla.
Este 25 de marzo de 2017 ABC publica con la misma prontitud y naturalidad la fotografía del juez del caso Auditorio -que afecta al presidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez- tomando el aperitivo con un vocal de la dirección regional del PP de aquella comunidad.
Si bien las dos fotos son antiestéticas, y poco recomendables, no puede establecerse la misma relación de necesidad entre el compadreo de un juez resentido con un sindicato chantajista, en tanto que el juez Castro sólo podía aferrarse a la acusación popular de Manos Limpias para insistir en su obsesión de acusar a la hermana del Rey; que entre un juez con un cargo menor del partido a cuyo presidente juzga, en tanto que es rocambolesco imaginar que un vocal de tres al cuarto pueda ser interlocutor de nadie más que de sí mismo.
La imagen es sin duda poco oportuna, pero sin llegar al clamoroso extremo de la antigua estampa mallorquina.
Pese a ello, nadie desde el PP ni desde los medios conservadores ha denunciado conspiración alguna, ni se ha apelado a ninguna mano negra interesada en derribar al presidente. La fotografía se ha publicado con diligencia y dándole la importancia que merece. Dos fotografías, sí. Y dos Españas.
Como también son dos los discursos que mantiene Ciudadanos. En el Congreso, admite que un cargo no tenga que dimitir hasta ser imputado. En Murcia, hasta hace dos días, pretendía ignorar la presunción de inocencia para cebarse con el presidente Sánchez. Pronto tendrá que decidir si apoya la moción de censura del PSOE o al Estado de Derecho.
Que los socialistas pretendan instalarse en la presidencia de la comunidad, y no convocar elecciones anticipadas, que es lo que quiere Ciudadanos, ayudará a Albert Rivera a decantarse. A falta de principios firmes, los naranjas hacen lo que convenga por sus intereses concretos.
