Esther Esteban

Ni arrodillados ni vencidos

Ni arrodillados ni vencidos
Esther Esteban. PD

«El autor del atentado de Westminster, Khalid Masood, era un británico de 52 años, profesor de inglés y padre de tres hijos. Vivía en Birmingham, considerada la capital del yihadismo británico, donde alquiló el coche todo-terreno con el que causó la muerte de cinco personas y provocó 29 heridos, antes de apuñalar a un policía en el recinto del Parlamento británico y de morir abatido a tiros.

¿Cómo pudo un profesor de inglés de 52 años radicalizarse?». De este modo muchos periódicos intentaban ayer escrudriñar en la vida del terrorista que ha vuelto a teñir de sangre y dolor el corazón de la Europa democrática intentando buscar respuestas para el fanatismo asesino.

Cuando el atentado en Bruselas yo misma comentaba que no había sido un atentado más. Era una masacre que desafiaba a las instituciones europeas y que quería dejar claro que, cualquiera, en la Unión puede ser víctima de algo similar y lo sigo pensando. Los zarpazos del terrorismo yihadista cambian de lugar: Madrid, París, Niza, Berlín y ahora Londres, pero no se acaban cuando después del shock y las muestras de solidaridad hay una vuelta a la normalidad.

No se acaban cuando enterramos a nuestros muertos, y van sanando, poco a poco, los cuerpos mutilados de los heridos. Todos queremos olvidar para tranquilizar el día a día hasta que, otra vez, los bárbaros vuelvan al ataque pero ellos no olvidan y nosotros tenemos que estar preparados y unidos para hacer frente a la barbarie.

En Niza o en Berlín vimos la imagen de ese camión de la muerte, que se había llevado por delante la vida de más de 80 personas y dejado malheridas a un centenar y aquí el arma asesina ha sido un coche y un cuchillo. Ni el puente de Westminster, ni el paseo de los ingleses en Niza ni el mercadillo Navideño de Berlín eran un campo de batalla sino lugares turísticos y emblemáticos de una ciudad, de una religión o de una civilización con conceptos claros sobre la libertad y los derechos humanos.

Los cinco asesinados en Londres nunca imaginaron que su vida acabaría como una reivindicación del Estado Islámico siguiendo una fórmula de ataque: la del atropello, que hace ya siete años en el 2010 apareció publicada en una revista: Inspire, antes de que el IS le hiciera sombra a la organización que, por aquel entonces, lideraba Osama Bin Laden.

«Le damos a nuestros lectores sugerencias de como llevar a cabo la yihad individual. Aquí una idea de como un musulmán podría hacerla. Es una idea sencilla y no requiere mucha preparación. Todo lo que se necesita es la voluntad de dar la vida por Alá», reseñaba el artículo.

Y también añadía lo siguiente: «La idea es usar una camioneta como si fuera una cortadora de césped, no para segar la hierba sino para acribillar a los enemigos de Alá» y recomendaba elegir «los lugares más concurridos» y llevar armas si se tienen al alcance porque «hay algunos espacios que son cerrados a los vehículos en determinados momentos por la concentración de personas».

Si repasamos uno a uno los últimos atentamos está clara cuál es su inspiración y por lo tanto nadie está a salvo pero conocemos el método y ese es un hilo conductor que se puede seguir para evitar nuevos objetivos.

Ayer algunos periódicos ponían el acento en la edad del terrorista de Londres, como uno de los elementos que llama la atención, pero el asunto no es la edad sino la radicalización.

«La mayoría de los terroristas responsables de los últimos atentados con ‘marca’ del Estado Islámico en Europa eran jóvenes, en su mayoría entre los 20 y 30 años (Salah Abdeslam, autor intelectual y único sospechoso vivo de los atentados de París, tiene 26 años; Mohamed Lahouauej, autor del atentado de Niza, 31 años; los hermanos el Bakroaui, autores de los atentados de Bruselas, 30 y 27 años)», se podía leer en el Mundo y explicaba que en la vida de Khalid Masood, bautizado como Adrian Russel, había varios episodios que explican su conversión al islam y su posterior radicalización.

De hecho se contaba que el MI5 llegó a seguir sus pasos hace tiempo por sus posibles conexiones con el extremismo islámico y Scotland Yard reconoció que actuó «inspirado por el terrorismo internacional» dando detalles sobre las similitudes de la terminología utilizada para reivindicar los atentados de Niza, Berlín y éste.

Sea como fuere, estamos en una guerra cruenta muy difícil de batallar porque no tiene fronteras, ni ejércitos, ni objetivos precisos y porque todos somos enemigos de unos asesinos que se regocijan matando en nombre de un Dios inexistente y despiadado que es en realidad una excusa para la sumisión y el adoctrinamiento de gente pusilánime, para llevar a un grado máximo la maldad humana.

Quieren amedrentarnos, sembrar el pánico y que el miedo nos paralice y eso no va a ocurrir. Quieren pulverizar todo lo que nuestra cultura representa en términos de democracia y libertad, sembrando de cadáveres nuestras ciudades y por eso ni podemos ni debemos bajar la guardia.

Nadie está a salvo y está claro que no podemos hacer dejación en la defensa de nuestros valores de libertad, igualdad y solidaridad Si unos caen, otros cogeremos el testigo porque ni nos arrodillamos ni van a derrotarnos nunca.

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