En qué quedamos,¿quieren romper o desconectar?
Algo está cambiando y la Sociedad civil catalana ha roto por fin con la dictadura del miedo. Mientras, Arturo y los consellers inhabilitados de la mesa redonda, desafiantes un dia tras otro, continúan su huida hacia delante como en «Inside Man», esa pelicula en la que una nutrida banda de atracadores de un gran Banco que actúan encapuchados, salen al final del Banco mezclados entre los rehenes, y ni la policia ni los propios rehenes son capaces de distinguirlos.
Al huir entre las ruinas, las mordidas y los cascotes de casi cuarenta años de pujolismo, Artur Mas y sus conjurados, Paco Homs, Irene Rigau y Joana Ortega, que no han negado el expolio de Cataluña, salen mezclados con oportunistas de esquerra, podems en común y anticapitalistas de la Cup. Y los catalanes no aciertan a distinguirlos ni tampoco a ver, como en la película, quien es el contacto dentro del Banco.
Tampoco parecen distinguirlo los jueces, para quienes en sus «sentencias bolero» la «desobediencia fue un olvido» y dar las órdenes e instrucciones precisas para montar todo el tinglado desafiando al Estado de derecho no es prevaricar ni dictar a sabiendas resolución injusta, porque «la desobediencia lo llena todo».
Fontaneros para desatascar en Moncloa los hubo y buenos, pero si lo que pretenden no es la ruptura sino la desconexión, entonces necesitaremos electricistas. Por debajo del Valle del Ebro pasan las conexiones de la historia, de la sangre y del aprecio que nos mantiene conectados con las familias y los amigos catalanes de nacimiento o de adopción, conexiones que algunos llevan años intentando sabotear.
Así que en qué quedamos. Pues debieramos quedar como lo que somos, conciudadanos españoles. Ortega tenía razón, el problema catalán, por ser un problema sentimental no tiene solución, sólo puede conllevarse. Lo malo es que los sentimientos agotan y es muy cansao. Nos privan de fuerzas que puestas en otro empeño harían de España una nación aún más grande y mejor.
