En Cataluña los independentistas han traspasado todas las líneas rojas del Estado democrático y de derecho.
Lo hicieron hace tiempo y el Gobierno o no se percató de ello o su infinita fe en el diálogo lo ha llevado por el camino equivocado.
Ahora parece que por fin Mariano Rajoy y su gabinete están ya enterados de que los sediciosos van en serio y que habrá que frenarlos con toda la fuerza del Estado, que es mucha, por cierto.
Tal vez la aplicación del artículo 155 de la Constitución y de las medidas que de él se derivan sean ya insuficientes. El momento procesal del 155 era hace dos años. Ahora toca defender el Estado y la unidad del país y para ello hace falta sobre todo determinación.
Porque razones jurídicas e históricas hay de sobra para frenar a quien pretende romper España, incumpliendo, como siempre, la ley.
El complejo de inferioridad que algunos evidencian, debe ser conjurado de una vez. Tenemos la razón. Tenemos la fuerza.