David Gistau

El cogote del PP

Se escoge a alguien prescindible, amortizado, y se le monta en directo una buena detención

El cogote del PP
David Gistau. AC

En esta profesión indigente y asustada, no quedan otros huevos que los que se gañotean en Lucio

LA corrupción ha convertido el ambiente social en una montonera que espera el paso de la carreta del condenado con las manos cargadas de hortalizas.

Siempre nos resultó obvio que semejante atmósfera, alentada por las televisiones correspondientes, favorecía a las formaciones de discurso curativo y redentor.

Las mismas que ahora se escandalizan con las supuestas impunidades -«¡Se van de rositas!»- de personas que acceden a la libertad provisional después de dos años de chabolo o que aguardan un recurso en casa después de que les haya caído una condena en torno a los diez años.

En lo que hemos insistido menos es en qué sirve ese ambiente al PP -o a uno de sus compartimentos estancos más dados a la intriga y a la destrucción de adversarios- cuando no se pretende una víctima de conspiraciones judiciales de extrema izquierda.

Resulta interesante lo publicado en «El Mundo» por Cayetana Álvarez de Toledo acerca de cómo los periodistas apostados en la calle de Don Ramón de la Cruz para obtener imágenes del arresto de Rato -aquella justiciera mano en el cogote que terminó de componer para el público la estampa de un mafioso- fueron advertidos mediante filtración por la vicepresidencia del Gobierno.

En concreto, por la jefa de gabinete María Pico, de cuyo concepto de la comunicación ya tuvo una muestra este cronista una vez que la vio avasallar, en el pasillo del Parlamento, a un tertuliano que por aquel entonces buscaba hueco en el oficio y que acababa de debutar en los programas de RNE: «Recuerda quién te ha puesto ahí», le dijo Pico.

Precisamente el otro día hablaba con una apreciada compañera de cuál es el vacío en las tinieblas exteriores que amenaza a quien no lo recuerda o a quien simplemente hace un periodismo de no agradar a las cariátides del templo de Rajoy.

Lo que me asombró de la conversación fue descubrir cómo se arrugan ante el veto y prefieren no contratar a los apestados periodistas a los que la boca se les llena con las palabras libertad e independencia más que con un chicle.

En esta profesión indigente y asustada, no quedan otros huevos que los que se gañotean en Lucio.

La operación televisada de Rato, más allá de cuáles sean sus responsabilidades judiciales el día que reciba sentencia de tribunal y no de tertuliano, responde al manejo por parte de una facción del PP del ambiente social.

Para dar la imagen de que el PP es tan implacable contra la corrupción que no duda en operar contra su propia gente, se escoge a alguien prescindible, amortizado, y se le monta en directo una buena detención en la que sólo falte Bruce Willis poniendo la manita en el cogote: eso se va de presupuesto.

Por añadidura, se anulan poderes pasados, se abre espacio para poderes nuevos, y se mantiene amedrentado a cualquier barón de antaño que pueda sentirse tentado de protestar contra las políticas de Rajoy o a cualquier «compañero» con ambiciones contradictorias. ¡No hay cogote a salvo!

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