Laureano Benítez Grande-Caballero

Juegan naranjas, gana Bilderberg

Juegan naranjas, gana Bilderberg
Laureano Benítez Grande-Caballero. PD

Entre el maremágnum de comentarios provocados por los atentados de Londres y la estampida fatal de Turín, ha pasado completamente desapercibido un hecho de trascendental importancia para la vida política española: el ingreso de Albert Rivera en el club Bildelberg, a cuya última reunión en Chantilly (Virginia) asistió el pasado fin de semana. Previsible, claro, pero no por ello de menos trascendencia.

Welcome to NOM, baby. Ya estás pisando los enmoquetados salones del club Bilderberg, como un cachorrillo que acariciarán manos ensortijadas, cuyo lomo palmearán las manos que mueven el mundo. Becario de conspiraciones, de tejemanejes, de conjuras por la gobernanza mundial; aprendiz de brujo en los aquelarres donde las élites globalistas invocan malignas fuerzas para llevarnos a la dictadura mundialista; monaguillo en sus siniestras ceremonias, aguador irredento, correveidile y bedel de sus macabras ordenanzas; lacayo de sus «democráticas» conspiraciones para cambiar gobiernos, organizar guerras, diseñar «primaveras», colorear «revoluciones» y programar crisis económicas.

Welcome to Bilderberg, Albert Rivera, que ya recibiste la iniciación en los ritos globalistas del Club. Juegan naranjas, y gana Bilderberg, como siempre, como la Banca siempre gana, pues la democracia occidental es aquel sistema político donde se enfrentan megalómanos aspirantes al poder, y siempre gana Bilderberg. Es decir que, con tal de dar rienda suelta a sus ansias psicópatas de poder, los políticos venden su alma al globalismo, traicionando a sus propios países en aras de los dictados del NOM.

Era la crónica de una asistencia anunciada, pues, desde que le vi, ya me dije «Este tío tiene cara de Bilderberg». Daba el perfil 100×100: moderno, juvenil, inmaculado, con pinta de ejecutivo, con aire tecnócrata… vamos, con una aureola a lo Macron de aquí te espero. Solamente estaba a la espera de que los gerifaltes bilderbergianos le inyectaran el bottox de su complacencia. Por eso, su fichaje por el mundialismo era cuestión de tiempo, y más para todo aquel que escuchara en sus discursos las continuas alabanzas a los organismos internacionales creados por el NOM. Si a eso se le añade su sospechosísimo liberal-progresismo -entusiasta de la identidad de género, oiga-, pues las cartas estaban ya sobre la mesa: ya tenemos otra sota para el globalismo.

Todo en el Rivera parece haber pasado por retortas mundialistas, por probetas científicamente estudiadas… y lo mismo le sucede al inepto Pedro Sánchez, quien fue invitado a la reunión del año 2015 que se celebró en los Alpes austríacos, con el fin de que los gerifaltes supieran de qué iba, pues Bilderberg había apostado por Eduardo Madina para dirigir el PSOE, maniobra fallida. Y, como estos prebostes son la mar de listos, enseguida le calaron, llegando a la conclusión de que no les gustaba mucho por su desmedido ego. Por cierto, que el PSOE le recomendó que no fuera a la reunión, porque sería mala imagen para el partido que un sociata se codeara con los poderes fácticos. Sin embargo, aunque hicieron correr el bulo de que había declinado la invitación, Sánchez acabó asistiendo.

Según Cristina Martín Jiménez -autora de varios libros sobre el Club- «como lo confirmó en 2013 el Bilderberg y ministro Kennneth Clarke en el Parlamento británico, el grupo recluta jóvenes promesas en ascenso de una generación más joven para continuar la labor del clan.

De momento, no hay rumores de que vayan a invitar al «Coleta morado», pero, de entrada, aunque se pusiera uno de sus artísticos «smokings», su pinta no es demasiado presentable, y no pega ni con cola en el glamour plutocrático de los salones Bilderberg. Imagínense si le da por levantar en alto el puño cerrado. Patético.

Pero tampoco hay por qué cargar las tintas contra Rivera, pues aquel político español que esté libre del NOM, que tire la primera piedra. En ridícula legión, todos nuestros dirigentes más significativos han ido pasando por el aro Bilderberg, desde el rey Juan Carlos, hasta Zapatero, pasando por Felipe González, Javier Solana, Joaquín Almunia, Aznar, Soraya Sáenz de Santamaría, Esperanza Aguirre, José Manuel García-Margallo y otros muchos, sin importar su filiación política de derecha o de izquierda, pues al final todos harán aquella política que más beneficie a los poderes fácticos del globalismo… todos agachando la cerviz ante el gran maestre Henry Kissinger, haciendo genuflexiones grotescas ante Rockefeller y cía, musitando sus esperpénticos «síbuanas» en sumisa cacofonía. Al frente de todos ellos, la reina Sofía y el ínclito Juan Luis Cebrián, que no se pierde una, ya que es el representante bilderbergiano para nuestro país.

Mas, en su descargo, hay que decir que nuestros políticos no son ninguna excepción, ya que, desde que se fundó el club Bilderberg en 1954, prácticamente la totalidad de la plana mayor de los políticos del mundo occidental han sido bautizados en sus versallescos salones, siendo completamente imposible que un político aspire a gobernar sin recibir previamente los parabienes y bendiciones de los jerarcas del Club.

En fin, que estos señores son los que decidirán -como siempre han hecho- quién nos gobernará. Pilotaron la Primera Transición, y ahora llevan completamente la manija de la Segunda, manipulando a sus candidatos prefabricados de cartón-piedra, para que dirijan los destinos de nuestra Patria hacia los estercoleros del NOM, hacia las cloacas de la historia, hacia el agujero negro del globalismo, donde acabaremos como un pecio a la deriva en una noche borrascosa, como chatarra interespacial pasto de los «aliens», como una colonia caribeña sometida a la apocalíptica abominación de la desolación.

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