José María Carrascal

Cuidado con ‘The New York Times’

Que la mayor autoridad citada sea la de Arthur Brooks, que está casado con una catalana, apunta a una parcialidad difícil de superar

Cuidado con 'The New York Times'
José María Carrascal. PD

VEINTICUATRO años leyendo diariamente el New York Times y casi veinte en las largas estancias que ahora paso en Nueva York me han enseñado dos cosas: que uno puede fiarse de su información, amplia, detallada, rigorosa, pero no de su opinión, sesgada, tendenciosa, sectaria incluso.

Lo demuestra que casi nunca acierta en sus predicciones. Los candidatos que endosan los editoriales del NYT casi nunca ganan las elecciones.

Más de una vez me he preguntado si sus editorialistas no leen los despachos de los reporteros que cubren la actualidad nacional e internacional. Pertenecen a esa élite intelectual que mira por encima del hombro al hombre de la calle y dio tantos votos a Trump en las últimas elecciones, atacándole.

Dicho esto, no les extrañará saber que, de seguir como corresponsal en Nueva York, hubiera escrito una crónica más o menos de esta guisa:

«¡Albricias! El NYT endosa el referéndum catalán. Señal de que será un fracaso».

Pero como columnista, me toca analizar el caso, y voy a hacerlo con la calma que requiere. De entrada, las fuentes son sospechosas.

Que la mayor autoridad citada sea la de Arthur Brooks, que vivió en Barcelona y está casado con una catalana, apunta a una parcialidad difícil de superar. Todos sabemos que Cataluña lleva sometida durante cuatro décadas a un discurso soberanista que no respeta la verdad histórica ni la legitimidad constitucional de forma tan descarada como consecuente.

Luego, que hayan sido los think tanks conservadores los principales apoyos de esa consulta, cuando en otros casos no han tenido inconveniente en apoyar fórmulas autoritarias, no es la mejor recomendación. Por último, la contradicción que encierra el endose del editorial al referéndum, «pero defendiendo que salga el no». Es la trampa que tienden los nacionalistas catalanes a los incautos, cuando han dicho que nunca renunciarán a la independencia.

Que Brooks no va engañado, sino consciente de las repercusiones de lo que aboga, lo reconoce al asegurar que «no tiene una opinión sobre la independencia». Ve riesgos en ella, pero también beneficios, «al dar la oportunidad a Cataluña de convertirse en una isla del libre comercio en el sur de Europa, como Hong Kong lo es en Asia». O sea, un gigantesco Gibraltar.

¡Como que Europa lo iba a consentir! Para paraíso fiscal, le basta el Peñon y como voladura de un Estado, le sobra la de Yugoslavia, infinitamente más reciente y frágil que España.

Una última advertencia sobre ese editorial: como Donald Trump se entere de que el New York Times ha endosado el referéndum catalán, cosa muy probable pues una de las primeras cosas que hace cada mañana es echar un vistazo a la prensa para tuitear luego a su antojo, seguro que se convierte en el mayor enemigo de la consulta.

¡Con lo que les ha costado a Mas, Puigdemont y Junqueras conseguir ese editorial! Mejor dicho: con lo que nos ha costado, pues lo de los dos concejales madrileños imputados es calderilla a su lado.

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