Edurne Uriarte

La posverdad de la derecha corrupta

Hasta el diario «independentista» The New York Times le recuerda la corrupción para exigirle un referéndum en Cataluña

La posverdad de la derecha corrupta
Edurne Uriarte. EP

EL presidente francés, Emmanuel Macron, se ha visto obligado a forzar la dimisión de nada más y nada menos que cuatro ministros… ¡en un mes! y por sospechas de corrupción, uno proveniente del Partido Socialista y otros tres del MoDem, incluido su líder, François Bayrou, que era el ministro de Justicia encargado de elaborar la «ley de moralización de la vida política».

Parece un chiste, pero no lo es. También parece un chiste el tratamiento mediático de lo anterior y tampoco lo es. La inmensa mayoría de medios franceses y extranjeros han titulado que Macron ha «aprovechado» las «dimisiones» de sus ministros para hacer una «remodelación» de su Gobierno.

Que es como titular que una compañía aérea «ha aprovechado» la «caída» de cuatro aviones para hacer una «remodelación» de su flota.

Es un fantástico ejemplo de posverdad, ahora que algunos han puesto de moda la palabra, bien es verdad que para aplicársela a Trump. Unos remodelan sus Gobiernos y otros están podridos de corrupción, según le dé la gana al intérprete de los hechos reales o alternativos.

De ahí que el dato, real, de que en Francia había hasta ahora alrededor de 150 diputados y senadores con familiares empleados, al estilo de Fillon, aunque suponemos que con trabajo real y no ficticio, apenas ha ocupado espacio en los medios de comunicación, ni de Francia ni del resto del mundo.

Es una de las cosas que iba a regenerar el dimitido y sospechoso de corrupción Bayrou. Y es más o menos la misma cantidad de familiares empleados de los parlamentarios británicos, costumbre que también se proponen regenerar ahora.

Y, sin embargo, quienes afirman que «España es el país más corrupto del mundo» aseguran que lo que pasa aquí no ocurre en ningún otro sitio, sin importarles demasiado los datos comparados con un mínimo de rigor. De ahí que cuando se hacen encuestas internacionales, los ciudadanos españoles corroboran lo anterior, la posverdad establecida en los últimos años.

Varios periódicos europeos han hecho la semana pasada una larguísima entrevista a Macron y no ha habido una sola pregunta sobre corrupción, a pesar de sus cuatro ministros dimitidos y a pesar de que es, ¿o no lo era? uno de los factores influyentes en la ola de populismo que azota Europa.

Cierto que Macron «remodela» los aviones «caídos», pero imaginemos una entrevista semejante a Mariano Rajoy sin una sola pregunta sobre corrupción y sin que haya tenido que echar a 4 ministros unos días antes de la entrevista. Hasta el diario «independentista»

The New York Times le recuerda la corrupción para exigirle un referéndum en Cataluña, al estilo del que no ha exigido para California, Texas y compañía.

Claro que la posverdad también ha establecido que el PP es el partido de la corrupción sin importar los datos reales que prueban un número de casos de corrupción parecido al del PSOE y menos grave en monto económico.

La posverdad anterior ha arraigado de tal manera que el líder de un partido con la misma corrupción que el PP, o que los partidos gobernantes de otros países, Pedro Sánchez, arenga sin el más mínimo sentido del ridículo ni vergüenza moral sobre la corrupción de la derecha y su propósito de acabar con ella.

Se ha convertido en un consumado practicante de la posverdad y, a diferencia de Kellyanne Conway, la asesora de Trump a la que otorgan injustamente todo el mérito de los hechos alternativos, Pedro Sánchez no tiene quien le lleve la contraria. Incluso el PP parece aceptar, a juzgar por su escasa respuesta, la posverdad de la derecha corrupta.

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