Esta es la enésima columna que escribo sobre el odio, la aversión que se está desatando en nuestro país con la fuerza de un ciclón. Muchos habrán exclamado -al conocer la noticia en black- que se joda. A un servidor lo que le jode es que el muy ladino matara a los animales con pólvora del rey. El resto de las tarjetas «en negro», para putas y coca, punto, com. Que ya lo saben en Europa y se ponen de polvos -ellos también- hasta las cejas. El caso Blesa me ha conmovido. No por su hecho político-social, que también- sino por la trágica comedia de la vida.
Pero, si se me permite, vayamos a las raíces de la tierra: España. La izquierda radical, agitada por los perro-flautas- no cesa de remover la guerra. La que no han visto ni por el forro y menos leído. Cuentan que un forastero preguntó por la calle del Generalísimo en una ciudad de Galicia:
– ¿La calle del Generalísimo…?
– No existe, murió con el dictador -acuñó el mozalbete.
Y así siempre. Es una retahíla con que nos han obsequiado -y no pararán hasta
que España sea republicana- estos tirillas y mal hablados que son esta pandilla de asamblearios que no saben nada más que berrear, con perdón de los mamíferos y cuernas sonoras. De estas chusmas se ha hecho amplio eco el populacho. Que en cuanto hay una audiencia en la Audiencia Nacional, ya están a grito pelado con lo de «¡asesinos!», «ladrones!» ¡»fascistas!…», cómo no. Y el griterío se calienta. ¡Crucifícalo!
Bajan las mochas para entrar en el coche policial. El más humillante fue cuando introdujeron a Rato en el vehículo sin saber, en un primer momento, el porqué de su detención. Era -es, y seguirá siendo- la pena del telediario. Hasta que la muerte os separe. Como sucedió con Rita Barberá y algunos alcaldes peperos de Aragón y Valencia. Pensé en la regidora de la capital del Turia a la que se le saltaron los plomos cuando me enteré de la muerte de Blesa, que los medios bellacos de izquierda, aun en este trance, vincularon a Aznar. (Sólo el ex presidente, que sufrió un atentado cuasi mortal y Rajoy, al que le dieron dos hostias en su tierra natal, han hecho gala, por así decirlo, de su paciencia anti-belicista).
Convendría que mis colegas -denominación generosa con ellos- recapacitaran con sus actitudes bélico-informativas. La 4, 5 y sexta, mambo, son los referentes de este periodismo «amarillo», que se vende en los chinos, y del que no se sustrae TVE y eso que -dicen- el canal público está regido por el PP y una eme. Los políticos, pena, penita, pena, están atados de pies y manos porque enseguida llegan los jueces enarbolando la bandera blanca de la libertad de expresión.
Cuanto más conozco a los hombres más quiero a los animales, incluidos los rinocerontes y tapies que abatió Miguel Blesa, presidente de la Caza Mayor de Madrid.