Víctor Entrialgo

El Estado en agosto

El Estado en agosto
Calor, clima, temperatura y sudor. PD

Aqui todo el mundo quiere hacer su agosto, el suyo propio, pero no cabe hacerlo a costa del de los demás generando caos, confusión y trastornos enormes a niños, jóvenes y mayores.

El aeropuerto de Barcelona, los taxis de Málaga, la Nación de Madrid, la guardia civil «esquirola» para Sanchez y Ávalos, el referéndum separatista, y Antonio Hernando renunciando, sin tener por qué, al art 155 de la Constitución cuando no sabe lo que va a pasar y el parlament declarando que va a ejercer acciones legales contra los miembros del Gobierno español.

La cosa degenera con desordenes públicos deliberados y calculados, aún no muy grandes pero susceptibles de engordar en verano y creados para imponer la voluntad de los sublevados o de quienes protestan fuera de los cauces legales. Ya es hora de que, quien la tenga otorgada por la ley, ejerza su autoridad.

La ausencia en verano de la sombra siquiera del poder legítimo del Estado en los lugares de mayor concentración y tráfico de personas y vehículos genera, por una sencilla ley física, el desmadre y la extralimitación centrífuga de colectivos al sol, con pérdidas de vuelos, daños no resarcidos y palizas de película pero reales que espero estén en manos de la fiscalía.

En Alemania seria impensable. Air Berlin insolvente, provoca cancelaciones pero yo no he visto muchedumbres, cornetas, caravanas de claxons, carreras, asambleas de sindicalistas en el aeropuerto, boicot a la feria de Málaga y mayores o impedidos metidos como sardinas en lata en autobuses urbanos o palizas de taxistas a la competencia.

Se anuncian récords de calor y otras huelgas indefinidas mientras el Ejecutivo ha nombrado un árbitro para el conflicto en El Prat entre Eulen y sus trabajadores. Sólo queda esperar que sea mejor que el que del Barca-Real Madrid de ida de la Supercopa que, sin tener en cuenta la tensión de un espectáculo, por un empujón inaceptable pero comprensible en el contexto, es responsable de privar de Cristiano Ronaldo a los aficionados que lo pagan durante cinco partidos.

En el aeropuerto de El Prat o en Málaga ese mismo árbitro se hubiera jartao a sacar tarjetas rojas a los cuarenta trabajadores de Eulen que cayeron de baja el mismo dia o a los taxistas que propinaron una paliza a la competencia. ¿Qué harán los que para hacer su agosto toman como rehenes a los viajeros cuando la gente decida cambiar de destino turístico?

Víctor Entrialgo

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