Jordi Rosiñol Lorenzo

El independentismo se hace el Harakiri

El independentismo se hace el Harakiri
El Rey, con Rajoy, Puigdemont y otros en la manifestación de Barcelona. EP

Pocas veces la verdad es tan autentica y veraz como lo fue el jueves diecisiete de agosto del presente año en Barcelona.

Tan verídica fue, que, sin discusión alguna durante ese fatídico día, la población desprovista de banderas, libres delante del objetivo del mundo entero, la sociedad despojada de la manipulación mal intencionada de una minoría enferma de supremacismo, está vez no pudo ocultar la realidad cotidiana de la gran mayoría de los catalanes. Una sociedad incluyente, acogedora, solidaria y cosmopolita.

En Cataluña durante los cuarenta años de franquismo las instituciones no fueron un reflejo de la sociedad, y en estos últimos cuarenta años de democracia el espejo simplemente dio la vuelta para continuar de espaldas a la realidad catalana.

La manipulación, adoctrinamiento y control de la información tantos años, hace muy difícil que no devuelva a las retinas externas que nos observan una falsa imagen de egoismo por parte de la mayoría de la población de la región.

El odio malsano hacía todo lo que huela a español por parte del uniformado, y paranoico independentismo dispuesto a todo, y dirigido por los intereses espurios de unos pocos, que están fracturando la sociedad. Hijos de la burguesía catalana que últimamente caminan apoyados en la muleta de la violencia, a la sombra de la «Kale borroka» de la CUP y afines.

Todos estos años pensé y clamé contra la dejación de funciones del estado, y la entrega de competencias clave para cohesionar un país, ponerlas en manos de quién su único fin es destruir el mismo.

Ahora es muy difícil dar la vuelta a la situación tras el pago desleal en recortes de libertad, derechos e igualdad entre españoles, y todo por los «cuatro votos» de turno en el Congreso de los Diputados, y así legislatura tras legislatura.

El sábado pasado, también primero pensé que era un error, que la manifestación por el horrible atentado Yihadista estuviera convocada por los sediciosos de la Generalitat, y los antisistema del ayuntamiento de Barcelona, y que además para colmo los voluntarios para organizar la respuesta cívica de la ciudad fueran los «camisas pardas» de la ANC.

Creí que fue un nuevo error, que debían haber convocado y organizado la manifestación el Gobierno de la Nación, para así evitar que una minoría no nos hicieran sentir la vergüenza tan espantosa que sentimos.

Pero, no, realmente fue un acierto hecho a propósito o quizás por casualidad. El rancio, anacrónico y provinciano nacionalismo, acostumbrado hacer y deshacer sin consecuencias, el día de estar toda la sociedad unida, se pasó de frenada.

En su afán de internacionalizar su supuesto conflicto victimista, se quitaron la careta y ofrecieron al mundo entero que tipo de calaña son, se hicieron el harakiri con: La falta de respeto a las víctimas, el sectarismo, y la imagen ofrecida, unos planos televisivos tan diferentes a los del día del atentado, como lo son un huevo y una castaña, el jueves fue la luz de los barceloneses, y el sábado la penumbra de sus instituciones.

Jordi Rosiñol Lorenzo

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