Son los que de verdad mandan en Cataluña

Los verdugos, según los proetarras de la CUP

Los zarrapastrosos apoyan a los asesinos de ETA y lloran por los terroristas islámicos abatidos en Cambrils

Los verdugos, según los proetarras de la CUP
Los miembros de la CUP David Fernández (i) Anna Gabriel (2i) Eulàlia Reguant (2d) y el presidente de Omnium Cutural, Jordi Cuixart. CT

Son los que de verdad mandan en Cataluña y la prueba más evidente de ese poder es que Artur Mas está en su casa y que, con una docilidad pastueña y mansurrona, tanto ERC como Junts pel Sí obedecen sus órdenes y los tiempos del «procés» que ellos marcan.

Hablamos de los antisistema de la CUP, un partido decidido a hacer trizas la sociedad, los valores, la cultura, los derechos, los deberes y todo lo que asiste y rodea la vida de los ciudadanos, para levantar en su lugar una especie de gigantesca comuna donde, por ejemplo, los hijos los críe la comunidad y no la familia.

Naturalmente, en esa reserva la propiedad privada sería «colectivizada» y se nacionalizarían las empresas, la banca, la energía y los alimentos.

Y nada de UE ni de OTAN, tan solo alianzas internacionales con las naciones bolivarianas, el Kurdistán y Euskal Herria, naturalmente. Para una exageración, casi un chiste, pero es inquietante verdad…

El último de sus disparates ha sido oponerse a que se homenajee a quienes asistieron a las víctimas de los atentados de las Ramblas y Cambrils alegando que abatir a los terroristas del 17-A fue una «ejecución extrajudicial».

Vileza moral aparte, por lo pronto en España (incluida Cataluña, naturalmente) no existen las ejecuciones, ni judiciales ni extrajudiciales, con lo que hay colegir que en esa fantasmágorica república con la que sueñan los cabecillas de la CUP igual imaginan un tribunal popular firmando sentencias de muerte o brigadas de la porra dando el «paseo» de madrugada hasta la tapia de cualquier cementerio.

Acuérdense del cartel de Anna Gabriel, lideresa de la recua, barriendo «a los enemigos de Cataluña» tal y como los soviéticos despejaban a los suyos hacia el Gulag. La purga como modelo.

No se dejen confundir por su peculiar aspecto, por esas camisetillas, por esas sandalias batidas al aire como amenaza o por ese flequillo cortado como a hachazos que homogeneiza a la tribu y universaliza su apariencia más bien ridícula.

Con solo el 8,2 por ciento de los votos han encontrado el chollo de su vida, la ganga entre las gangas, en esos políticos irresponsables que conducen a los catalanes al abismo.

Lo grave no es lo que digan, sino que son los que de verdad mandan en la Cataluña «indepe», los que igual que liquidaron a Mas pueden cortar a cepillo la cabellera de Puigdemont.

Él, o cualquiera ajeno a la manada, podría ser el siguiente.

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