Santiago López Castillo

A La Sexta no va la vencida

A La Sexta no va la vencida
Santiago López Castillo. PD

Ya se sabía. El pájaro es más rojo que las amapolas. Tiene el pico del picapinos y martillea los árboles boscosos. Ha logrado horadar las ventanas de los pánfilos televidentes y exporta la doctrina de la hoz y el martini como un güisqui a chorro. El elemento es trostkista de tomo y lomo, millonario, igualito que todos los revolucionarios de izquierdas. Ríase la gente que yo voy caliente.

Saltó la noticia aunque el personal ya estaba al cabo de la calle. Es el inefable Roures. El de la 4ª, la 5ª, la 6ª, mambo… El obseso del PP -mejor dicho, de la derecha al completo- cuya obsesión es destrozar España sin romperla ni mancharla. Cuánta virguería. Eso en plan diplomático, porque ataca y luego esconde la mano; la que va al pan y a las tajadas.

Trataba de decir que el tal Roures fue trincado por la Guardia Civil. O, al menos, en la cárcel de papel, que era una ingeniosa sección de la genial revista de humor «La Codorniz» en tiempos de Franco, qué malo era el general. Pringado, al parecer, en el caso del procés independentista, su fortuna se calcula en unos 250 millones de €uros; 150 en cuentas corrientes y un tercio en paraísos fiscales. Además de monopolizar el gran teatro del fútbol, tiene productoras que nacen como malvas y controla una buena parte de la programación de TVE; la televisión pública balear; unidades móviles a todo pasto, y personajillos de presentadores con cara de payasos, quiero decir en trance bobalicona.

Para su emporio, por si alguien no lo supiera, Roures (Barcelona, 1950) se ha valido del poder, sea cual fuere, empezando por ese zangolotino del PSOE y concluyendo con los favores del PP. De ahí que hasta esa cadena rampante y tramposa, con sesgos fascistoides, que es Intereconomía, denuncie a Sáez de Santamaría, al tiempo que pasa la gorra y el platillo a su escasa audiencia para hostiar al PP. Eso se llama objetividad y libertad de expresión.

Pero no todo hay que cargarlo en el magnate de Mediapro. El gobierno marianista, que no sabe dónde meter la lengua, o sea, el español (art.3), lleva más de cien días con la implantación del 155 y nadie ha pisado el despacho del prófugo Puigdemont. Eso se llama dejación de funciones. Y en cuanto al uso del castellano (dígase español), parece mentira que el portavoz del Gobierno y ministro de Educación confiese que no sabe cómo acometer la inmersión lingüística de nuestro universal idioma y la lengua catalana. Para su conocimiento, le diré que existe el artículo 27 de la Constitución donde «se reconoce la libertad de enseñanza», aunque en la primera redacción, UCD (Ricardo de la Cierva) se había mostrado partidaria de «se garantiza…».

Ahora vamos a colegir que nuestros padres de la patria no saben ni leer. La culpa es de Puigdemont. Además.

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