Juan Pérez de Mungía

Fascismo Objetivo

Fascismo Objetivo
Información, periodismo, manipulación, propaganda y censura. LM

La farsa periodística consiste en hacer creer que los medios de comunicación son independientes mientras sirven a un propósito, a menudo espurio; las mismas noticias, los mismos enfoques, las mismas conclusiones, los mismos fotogramas y los mismos videos se repiten en los distintos medios, como si la repetición múltiple y ubicua de noticias construidas fueran a presentarnos una verdad objetiva, que se reconstruye desde la agencia a la emisora con un único mensaje. Es la historia de una muerte anunciada, desde la invención de la realidad hasta la creación de la noticia con un vocabulario que se nutre día a día de una repetición paroxística, «muchos militantes piensan», «todos hablan de la crisis», «todos en contra del PP», «todos son conscientes de», etc.. Esa extraña y sorprendente unamimidad de los que se han erigido en líderes de opinión, fuentes de la noticia, y notarios de la realidad, y que a sueldo de sus respectivos lobis se inmiscuyen en un debate creado ad hoc como analistas políticos. La opinión manipulada como verdad indiscutible.

No existe mayor manipulación de la evidencia que la apariencia de objetividad. Los periodistas al uso tratan de cubrir las apariencias en las opiniones que seleccionan de otros. El ciudadano espectador comulga con ruedas de molino bendecidos por una suerte de sicarios de la noticia actuando en régimen de oligopolio. La imparcialidad del reportero es ahora un producto, el efecto que se busca, un mundo en que la apariencia substituye la razón del método. Un mundo donde la televisión y sus periodistas abonan la pseudociencia y la posverdad, donde no es posible desmentir lo que se ofrece como verdad cuando es, en realidad, una interpretación que se aupa en la farsa de muchas otras.

Oímos en la radio y vemos en televisión los diferentes debates de esas tertulias, de esos eternos «talk shows» donde unas declaraciones entierran a otras en un guirigay infernal donde periodistas, presentadores, y moderadores buscan poner paz en los enfrentamientos dialécticos con una rara unanimidad. Que gran mentira disponer a unos tertulianos a favor y otros en contra, con cierta simetría y siempre con esa disposición católica de reservar el centro al tótem, al conductor del canal, de la cadena o de la emisora. A su izquierda los defensores de las posturas de derecha y a la derecha los defensores de la izquierda. El espectador percibe desde el punto de vista inverso coherente con el espectro ideológico. La estrategia TV3 para aparentar pluralidad. Usar al discrepante como un fuego de artificio del pensamiento único.

Las pautas para la farsa del debate no tiene mayor complejidad que esperar a que se enfrenten los tertulianos, invitados, expertos en sus posturas, expresiones y declaraciones. y el tótem «ceba» previamente el gallinero eligiendo a los tertulianos para diversificar las interpretaciones hasta que prevalezca una verdad ideológica única.

Todo está convenientemente estudiado como un estereotipo destructivo de la paz social. Los periodistas son personajes antisistema, son como HB, Bildu, la CUP, o Arrán, antitodos porque para parecer equilibrado lo mejor es estar contra todo. Existen algunas excepciones en la general desobediencia periodística. Acusan a Susana Griso de criticar a una persona mayor, invitada a su programa, que fuera a votar a Podemos. Incluso, otro periodista, Castillón ha decidido poner una denuncia por el espionaje de los Mossos.

Solo los periodistas perseguidos, espiados o denunciantes de situaciones injustas son verdaderos periodistas y precisamente estos no son excesivamente equilibrados en sus apreciaciones. Existen ejemplos, hasta en el cine, quien no recuerda manipulaciones en clave de humor como Primera Plana o en clave de tragedia como Todos los hombres del Presidente que trataba sobre las presiones y la investigación sobre el caso Watergate.

Hay «periolistos» y periodistas; de algo tienen que vivir; la profesión ha perdido todo el prestigio de cuando existían flexos, Underwood, Olivettis, galeradas, caja alta, caja baja; la prensa se ha podrido en el mundo digital, en la clonación infinita de la misma noticia en las redes, en los medios audiovisuales y cada una con una breve modificación hasta llegar a la transformación de la notica en noticia mentirosa, noticia fantasma, noticia manipulada.

La prensa ocupa un lugar también en esa venta de opiniones baratas que se vierten en las noticias baratas. Arcadi Espada se queja en su último libro que para destruir a Camps, El País publicó 169 portadas en 3 años, obviamente una cifra excesiva para destruir a un político que, al parecer, no había cometido mayor delito que caer en las garras de acosadores periodísticos.

No ha pasado mucho tiempo desde el famoso caso Dreyfus que sacudió la Francia de finales del siglo XIX en el que la información manipulada se cebó sobre un capitán del ejército francés, Dreyfus y se organizó alrededor de este caso una verdadera revuelta callejera y enfrentamientos que costaron la vida a más de 20 personas. Francia se dividió entre los defensores y los acusadores del Capitán. Varios actores intervinieron en la búsqueda de la verdad, sus familiares, un periodista y el escritor Émile Zola.

El tiempo parece repetirse en sus hechos y en sus consecuencias, cambian los actores, cambian los hechos, pero la estructura sobre la verdad y su búsqueda, la objetividad y el equilibrio chocan contra los mismos muros. Hay hechos destacados y destacables en la historia de las últimas décadas, pero los casos recientes más llamativos están ahí como es la injerencia de Rusia en las elecciones americanas y europeas e incluso en lo que más preocupa en España con su incuestionable injerencia en apoyo del secesionismo catalán.

Todos ayudan a crear un clima de confusión, alimentados por las «Fake News», para defender el derecho del fascismo a expresar sus ideas. Ahí tenemos a diputados de ERC, JxCat vertiendo sus opiniones frente a diputados de otros partidos. Todo es audiencia y la publicidad anima la secesión; cuanto más enfrentamiento mayor «share» de espectadores, y mejor impacto en el «target», del individuo, que inerme se traga lo que se tenga que tragar, ya sea verdad, ya sea mentira, ya sea cualquier cosa. Solo existe la verdad publicitaria, el único espacio donde el engaño no se somete a discusión alguna. La publicidad engañosa no es objeto de persecución, y la mentira no está sujeta a la crítica penal del falso testimonio.

El objetivo de los medios es propagar el fascismo, es el populismo que crea audiencias gregarias, eso si, divididas en géneros, para que la publicidad pueda seleccionar mejor su público objetivo y, manejando una variable de infinito valor para la venta de sus productos, la ideología. La ideología regada por dinero público. El resto son lugares comunes. Las noticias no existen, solo existe el género y la ideología para asociar el producto al individuo. Si la sociedad se destruye, no importa, lo importante es que consuma su verdad objetiva, el fascismo.

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