Es de muy mal gusto que se pretenda instrumentalizar políticamente un episodio lamentable como el de la Guerra Civil. Llevamos años,desde que se aprobó la Ley de Memoria Histórica, con unas prisas tremendas por desenterrar muertos y gastar un dineral en remover el pasado y en intentar cambiar la historia.
El triste episodio de la guerra fratricida quedó zanjado con la Ley de Amnistía de 1977. Da la impresión,pues, de que se pretende obtener rendimientos electorales con el enfrentamiento civil reabriendo heridas que quedaron cerradas después de la dictadura. Nos guste o no, la historia es la que es y no procede reinventarla con grandes cantidades de dinero por medio.
Dejemos descansar a los muertos y preocupémonos de los vivos. Preocupémonos de una parte importante de la juventud que no encuentra trabajo y, si lo encuentra, es de poca calidad. Una juventud que se forma y, en muchos casos, ha de marcharse al extranjero a trabajar. Es hora de firmar un pacto de empleo juvenil con trabajos y sueldos dignos, un pacto de empleo donde no quepa el fraude ni ningún tipo de explotación.
No tenemos que olvidar tampoco a una parte importante de nuestros mayores que están percibiendo una mísera pensión, a pesar de haber trabajado toda su vida. A su vez, hay que tener presentes a los futuros pensionistas. Es hora de sentarse y consensuar un sistema de pensiones justo y sólido y revisarlo cada cierto tiempo.
Preocupémonos de los vivos con una responsable gestión del dinero público y con políticas sociales libres de cualquier tipo de propaganda y oportunismos. Sin esta responsabilidad y desviando la atención, iremos al precipicio.
