ANALISIS

Santiago López Castillo: «Matrimonio Sánchez, lucir el palmito»

Santiago López Castillo: "Matrimonio Sánchez, lucir el palmito"
Begoña Fernández, la esposa del presdidente socialista Pedro Sánchez. EP

En su vida se han visto en otra. El zurupeto Sánchez, presidente sin mojarse el culo, perdedor de elecciones y monclovita cum laude por la puerta falsa, está que no le llega la camisa al cuello. Ha ido a Mallorca igualito que un jefe de Estado. Con su mujer, lo mismo que un mandamás de altos vuelos. Se ha fotografiado -de igual a igual- con el Rey Felipe VI y Leticia -con ce- la consorte y hasta se han echado un pienso en Marivent. A su lado, Begoña Gómez, presidenta por un día -o por una noche más larga sin pan-, que en su ansiada vanidad comentaba a sus amigos ante la moción de censura: «Nos vemos en la Moncloa».

No era de extrañar. El empleado de la planta de caballeros de El Corte Inglés, por elevación, gerente de planta y hasta director de la sucursal de Castellana, está que se sale. En su despacho estival en Marivent le exigió al Rey un almuerzo en toda regla (la ensaimada, no; ésa era para el regreso, en avión Force Spain). Era la primera vez que un presidente mindundi obliga al monarca a tirar de cuchara y tenedor, además de la cadena, ¿quién se creerá este tío que soy yo? Asimismo, en el protocolo del Palacio de Oriente obliga a sus comensales a que le esperen porque aquí mando yo. Eso se llama democracia, bendícenos, Señor.

En esas, la señorona de la Moncloa -en un alarde del nepotismo más ilustrado- se ve obsequiada con un cargazo (los modernos así usan el superlativo) a nivel internacional y a nivel del mar. ¿Honorarios? Pues una pasta gansa. Si a sus amiguetes sociatas los colma Sánchez con sueldos de hasta 5000.000 euros, como es el caso de Jordi Sevilla, presidente de Red Eléctrica, a su señora esposa le pondrá un despacho gigantesco con vistas al campo. El dinero no es de nadie, como decía y dice Carmen Calvo, otra indigente política criada en la casa común del PSOE, igual que Bibiana Aído -que no se ha ido, sigue aferrada a la mamandurria-, la Pajín, ex novia de ZP en León, y no digamos la Fernández de la Vega, de espíritu monjil pero abrasiva como una Rottenmeyer, ídolo de la afín ideológica Pepa Bueno, que durante el mandato del PP tuvo un soberano cargo en TVE (los conservadores son así, de gilipollas).

La ingeniería mediática socialista casi ha silenciado el nombramiento bochornoso de Begoña Gómez, argumentando su currículo. Que la investiguen. Esposas y familiares de los prebostes del PP desaconsejaron cargos suculentos. Y la mujer de Rajoy, Elvira Fernández, pasó por la vida social sin romperla ni rasgarla. Señor golondrino de la Moncloa: aplíquese el cuento de la mujer del César, que además de serlo, hay que parecerlo.

Emotivo el encuentro en Doñana con la «fracasada» Merkel. España es un cortijo al más alto nivel. En tul e ilusión.

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